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Casi olvidado de la humana escoria, de amor henchido el corazón ardiente y mintiendo los nimbos de la gloria en la marchita frente, del bardo las hermosas ilusiones inventan, en el mundo, el paraíso... ¡Fantásticas ficciones! Piadoso Dios, para humillarle, quiso que el mar, con estridente carcajada, hiciera resurgir en su memoria todo el recuerdo de la duda odiada, trasunto de su historia.

Y vean ustedes cómo, por medio de ficciones novelescas y de caprichosos artificios, hemos venido insensiblemente á saber cuál es, sobre poco más ó menos, la existencia de todas las señoras y señoritas de una de esas ciudades..... La casa, la familia, la iglesia, y alguna vez el campo: he aquí su universo.

La fuerza lastimosa, drama, cuya idea fundamental proviene del conocido romance del conde Alarcos, y que debió ser de las más famosas de Lope por las frecuentes alusiones que á él hacen los escritores españoles, no merece, en verdad, grandes alabanzas en cuanto á su composición, porque se abusa de las ficciones, y la verosimilitud no siempre se observa; pero, á pesar de estos defectos, ¿quién no admirará el fuego y el vigor de la fantasía, y el interés grande que excita en el lector esta extraña obra dramática?

La naturaleza del Norte se acomoda bastante bien con semejante terror, y asi es mucho menos ridiculo en Alemania que lo seria en Francia, el servirse del diablo en las ficciones.

Ya no nos atrevemos a figurarnos lo conocido como una pequeña isla en medio de un Océano inexplorable e infinito que sólo pueden atravesar la imaginación o la fe. La isla misma y hasta nosotros los habitantes de la isla, caemos bajo el predicamento de lo incognoscible: somos puros fenómenos; la substancia y la causa son ficciones, palabras sin sentido. No hay más que movimiento.

Los que volvían de allá, adornado el casco con raros plumajes, hablaban de ejércitos de hombres cobrizos y fieros que sacaban el corazón a los enemigos para ofrecerlo a sus dioses; de esbeltas y ligeras amazonas con sólo un pecho, para tirar mejor del arco; de tritones mostachudos en los ríos, sirenas en las desembocaduras, perlas en los golfos y grandes bloques de oro nativo, del que enseñaban fragmentos... ¡Las ricas ínsulas no eran ficciones de los libros! ¡Había tierras en las que un paladín podía crearse un reino a golpes de espada!... Y la juventud corrió a llenar con sus armas y sus ilusiones las naos de Sevilla y Cádiz; y una vez en el otro mundo, empezaban la epopeya de los «navegantes de tierra firme», más dolorosa y más heroica que la de los navegantes del mar.

Despues que han conocido los hombres de buen juicio, que la Filosofía Cartesiana era por la mayor parte un cúmulo de ficciones bien encadenadas, la han abandonado, quedándoles pegada alguna cosa, como sucede siempre que se han preocupado los entendimientos, pues cuesta mucho desarraigar de todo punto lo que estuvo internado en la mente.

En la anatomía se han introducido muchas ficciones, desmenuzando las partes hasta lo sumo, donde no pudiendo llegar la industria humana, se añade lo que subministra un sistema puramente imaginario. De esto hemos dado palpables exemplos en las Instituciones Médicas. Las analises chîmicas hechas con fuego, no descubren lo que hay en los cuerpos, sino lo que el fuego hace en ellos.

Luego se vio que no era peligro ni sistema, ni siquiera novedad, pues todo lo esencial del Naturalismo lo teníamos en casa desde tiempos remotos, y antiguos y modernos conocían ya la soberana ley de ajustar las ficciones del arte a la realidad de la naturaleza y del alma, representando cosas y personas, caracteres y lugares como Dios los ha hecho.

Algunos creían que esta isla fantasma era el lugar del Paraíso terrenal donde viven en bienaventuranza eterna Elías y Enoch... La santa poesía se aprovecha siempre de las ficciones populares, y por esto el Tasso, al encantar al caballero Rinaldo en los mágicos jardines de Armida, los coloca en una isla de las Canarias, recordando sin duda la tradición de la de San Borombón.