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Todo lo que dijo era propio de un hombre tan extraño á las primeras nociones de la poesía, y á los ordinarios procedimientos de la versificacion, que no habria sido posible responderle sin humillarle.» Y adviértase que no se habla de un hombre que pensase ménos en la forma del escrito que en el fondo; se habla de Buffon, que pulia con extremada escrupulosidad sus trabajos, y de quien se cuenta que hizo copiar once veces su manuscrito Epocas de la naturaleza; y sin embargo este hombre que tanto cuidaba de la belleza, de la cultura, de la armonía, no era capaz de comprender á Racine, y encontraba malos los versos de la Athalia.

Cuanto más furioso se ponía Cobo, más se gozaba en humillarle delante de la niña por quien ambos suspiraban. Pero la decoración cambió cuando Cobo irritadísimo, viéndose perdido, llamó en su auxilio al general Patiño. Vamos a ver, general, usted que es una de las eminencias del ejército, ¿cree que está bien dicho azorarse?

Casi olvidado de la humana escoria, de amor henchido el corazón ardiente y mintiendo los nimbos de la gloria en la marchita frente, del bardo las hermosas ilusiones inventan, en el mundo, el paraíso... ¡Fantásticas ficciones! Piadoso Dios, para humillarle, quiso que el mar, con estridente carcajada, hiciera resurgir en su memoria todo el recuerdo de la duda odiada, trasunto de su historia.

Dolióse el hidalgüelo y quiso darle unas monedas sin humillarle. Sírvase llevarme este cartapacio hasta mi posada y le daré un escudo. Libre es vuestra merced de darme o no limosna gritó solemnemente el pedigüeño ; pero no consiento que se me trate como a un criado . Y le volvió la espalda con desdén. El mendigo es libre como el aire y ama su libertad sobre toda holgura y acomodo.

La mujer goza más viva y más íntimamente observando la superioridad del hombre que humillándole. Clementina fué feliz aquella tarde. Pero si Osorio salió bien del paso, no le perdonó jamás la intención de humillarle; porque era tan orgulloso como ella. La pasión frenética que le había inspirado sofocó por algún tiempo todo otro sentimiento. Su luna de miel fué tan pegajosa como breve.

La dama volvió a leer la carta y comprendió entonces una sola cosa; pero una cosa para ella inverosímil, que vino a despertar en su ánimo el movimiento de ira, de sorpresa, de rabia desesperada que causa al potro bravío el primer espolazo que desgarra sus ijares, el primer serretazo que le hace detener su voluntariosa carrera, anunciándole que hay alguien que puede, y quiere, y debe sujetarle y humillarle... ¡Comprendió que por primera vez en su vida le cerraban una puerta, y que era el que se la cerraba un hombre desconocido, un pobre fraile, un Pedro Fernández!... ¡La fuentecilla que corría allí al lado murmurando llegó a los oídos de Currita como el eco de la sarcástica carcajada que había de soltar el mundo al verla vencida por Pedro Fernández!...

Además, en Carlos la idea de orden, de categoría, de subordinación, era esencial, fundamental, y Martín intentaba marchar por la vida sin cuidarse gran cosa de las clasificaciones y de las categorías sociales. Esta audacia ofendía profundamente a Carlos y hubiese querido humillarle para siempre, hacerle reconocer su inferioridad.

Sus malos compañeros, deseosos de humillarle, y tal vez fiados en que Plácido era pacífico y sufrido, se encararon con él, aunque él se apartaba de ellos con mansedumbre y modestia, y llegaron dos de los más insolentes al último extremo de la injuria. Recordando la obscuridad de su origen, se la echaron en rostro y calificaron a su madre de la más infame manera.

Todo lo aceptaba con tal de gratificar en alguna medida su vanidad inocente, con tal que se le conociese y se hablase de él. Su obsesión era aventajar la fama de Belarmino, humillarle algún día. Belarmino ganaba cada vez más popularidad.

, tiene Vd. razón; comprendo que hago mal; no he debido venir hoy a este cuarto; pero es que yo soy tan leal como usted. Usted quiere que crea en su sinceridad; yo también tengo derecho a exigir que no me tache Vd. de coqueta ni piense Vd. que soy capaz de divertirme en humillarle. Reflexione Vd. lo que dice, señorita.