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Ni menos consiste nuestra inferioridad de ahora en que seamos menos codiciosos, menos envidiosos y menos viciosos que nuestros padres. Los documentos de los siglos XV y XVI dan testimonio fehaciente de lo contrario. El desenfreno de las costumbres y la falta de pudor habían llegado á su colmo.

Aquellos franceses viajeros, ricos y amables, eran simpáticos en la sociedad americana de Julio Harvey que hasta se sentía dispuesta á perdonarles la inferioridad de no ser de raza anglosajona, lo que no era floja prueba de benevolencia. Miss Gower estaba contando una visita que había hecho la semana anterior á la Patti en su castillo de Craig-y-Nos, y tenía suspensa la atención del auditorio.

Débil é impotente en aquel banco de jardín, era más grande y respetable que Julio Desnoyers con toda su juventud y sus gallardías. Había servido en su vida para algo; había hecho lo que él no osaba hacer. Esta convicción de su inferioridad le hizo gemir como un niño abandonado: ¡Qué será de !...

Pero yo nunca me he apasionado por este misterio de nuestra historia. Bien puede Enlame haber sido hombre, como creyeron los de su época. Una excepción no altera la regla, y reconozco que el débil sexo masculino es capaz de producir de tarde en tarde algún personaje célebre, sin que esto le saque de su inferioridad....

Hartrott volvió á insistir en la inferioridad de los enemigos de su raza. Para luchar se necesitaba fe, una confianza inquebrantable en la superioridad de las propias fuerzas. A estas horas, en Berlín todos aceptan la guerra, todos creen seguro el triunfo, ¡mientras que aquí!... No digo que los franceses sientan miedo. Tienen un pasado de bravura que los galvaniza en ciertos momentos.

JULIA. ¡Ay, ...! Y no ignoramos que formamos discípulos para bien de las mujeres honradas, que nos detestan. Nuestra única venganza consiste en pensar que con el tiempo nos casaremos con los maridos divorciados de nuestras rivales. JULIA. ¡No lo digo por usted, señorita! Confío en que sabrá usted defender su tesoro. DORA. No deseo otra cosa; pero reconozco toda mi inferioridad...

Allá en la romería, á espaldas de la iglesia, los de Lorío, después de provocar con pesadas palabras y acciones groseras la cólera de los de Entralgo, habían logrado al cabo despertarla. Sin considerar su inferioridad numérica, pues muchos de los combatientes habían bajado ya á la Bolera, se precipitaron á la lucha. La desesperación les prestó una fuerza incontrastable.

Además, en Carlos la idea de orden, de categoría, de subordinación, era esencial, fundamental, y Martín intentaba marchar por la vida sin cuidarse gran cosa de las clasificaciones y de las categorías sociales. Esta audacia ofendía profundamente a Carlos y hubiese querido humillarle para siempre, hacerle reconocer su inferioridad.

Viéndola tan tranquila, cuando yo estaba tan turbado, encontrándola tan perfectamente bella, cuando tantos motivos tenía yo para reconocerme desagradable con mi traje de colegial y mi aspecto de campesino desgalichado, invadía todo mi ser un sentimiento de inferioridad humillante que me llenaba de desconfianzas, transformando la más sencilla familiaridad en sumisión sin dulzura, en ruin servidumbre con asomos de esclavitud.

A pesar de la inferioridad de número y de posición de nuestras tropas, todo anunciaba que se iba a trabar un combate tan encarnizado como el primero, y los valerosos paisanos, lo mismo que los soldados de línea, ardían en generoso anhelo de morir, si era preciso, por rematar con una épica tarde la mañana gloriosa. Pero la Providencia, como he dicho, estaba de nuestra parte.