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Cuando se hayan mondado o limpiado los langostinos se cuecen las cabezas y colas, y póngase un poco de esta agua así como de las ostras y almejas en la salsa. Mézclese todo ello, y cuando los filetes de lenguado estén cocidos, sírvase en una fuente, esparciendo la salsa por encima.

Gran dominio debía de tener sobre mismo, porque le contestar con calma: ¡Basta ya! No disputemos, Ruperto. ¿Están en sus puestos Dechard y Bersonín? , señor. No le necesito a usted por ahora. No estoy fatigado... Sírvase usted dejarnos ordenó impaciete Miguel. Dentro de diez minutos quedará retirado el puente levadizo y supongo que no querrá usted regresar a nado a su cuarto.

Poco después sus ojos leyeron las siguientes palabras: «Sírvase vuesa merced venir esta noche pasadas las once. Golpee primero tres veces y luego otras dos, muy quedo, en el postigo. Yo le abriré. Cruce el patio y el huerto y suba a la torre de la muralla. Mi señora irá luego a hablar con vuesa merced. »Vuestra fiel servidora, Alvarez

Hágase hervir y cocer quince minutos al horno o entre dos fuegos. Sírvase caliente.

Desgraciadamente no tardé mucho en conocer que había en aquella expresión más verdad de la que mi buen Braulio se figuraba. Interminables y de mal gusto fueron los cumplimientos con que para dar y recibir cada plato nos aburrimos unos a otros. Sírvase usted. Hágame usted el favor. De ninguna manera. No lo recibiré. Páselo usted a la señora. Está bien ahí. Perdone usted. Gracias.

MEZCLA DE ENSALADA. Háganse con lechuga, ruedecitas de pepino, atún en escabeche y huevos duros partidos en ruedecitas, y sírvase con aceite y vinagre. PUNTAS DE ESPÁRRAGOS. Cocidas las puntas de espárragos se componen con aceite y vinagre, mezclándoles rajitas de huevo duro.

Dolióse el hidalgüelo y quiso darle unas monedas sin humillarle. Sírvase llevarme este cartapacio hasta mi posada y le daré un escudo. Libre es vuestra merced de darme o no limosna gritó solemnemente el pedigüeño ; pero no consiento que se me trate como a un criado . Y le volvió la espalda con desdén. El mendigo es libre como el aire y ama su libertad sobre toda holgura y acomodo.

Decididamente, es usted demasiado perfecta, señorita Elena, y su conciencia se alarma demasiado fácilmente... La caridad cristiana gana mucho cuando no se la exhibe con cierta pedantería... Aquí están las notas que deseaba su padre de usted. Sírvase usted entregárselas cuando vuelva. Saludé y me fui. Elena hizo un movimiento como para retenerme, pero nada dijo sin embargo.

Pues bien, me impide habitar un piso cuarto. Un piso cuarto con entresuelo, añadió mi mujer, y nos dimos á bajar la escalera diciéndole: sírvase usted prevenir al criado que traiga el equipaje, nosotros le gratificarémos, y rogamos á usted nos disimule esta molestia. El amo del hotel bajó al otro rellano. Ya que ustedes no pueden quedarse aquí, les recomendaré á una casa española.

Desgraciadamente no tardé mucho en conocer que había en aquella expresión más verdad de lo que mi buen Braulio se figuraba. Interminables y de mal gusto fueron los cumplimientos con que para dar y recibir cada plato nos aburrimos unos á otros. Sírvase usted. Hágame usted el favor. De ninguna manera. No lo recibiré. Páselo usted á la señora. Está bien ahí. Perdone usted. Gracias.