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Las fechas que siguen a ésta, vienen consagradas a circunstancias exclusivamente domésticas, como son: recetas para la cura de enfermedades, observaciones médicas sobre el estado de los aldeanos enfermos que ella había aprendido a curar con ayuda de los libros de M. Tissot.

Así que hube terminado la carrera, solicité y obtuve de él, no sin algún trabajo, la venia para cursar el año del doctorado en Madrid, y a la Corte me vine, donde en vez de dar consistencia a mis conocimientos, no muy seguros por cierto, en las ciencias médicas, perdí bastante tiempo en los cafés, y lo que es aún peor, contraje la funesta manía de la literatura.

Este se mostró descorazonado y un tanto perplejo, titubeando en las razones médicas con que explicar el retroceso de la enfermedad del pobre Thiers. ¿Era resultado de un poco de exceso en la comida...? ¿Era un efecto de la belladona y desaparecería atenuando la medicación? ¿Era...? En una palabra, convenía volver al reposo, no impacientarse, resguardar absolutamente los ojos de la luz, y ya que no se resignaba a permanecer en la cama, no debía moverse del sillón ni ocuparse de nada ni tener tertulia en el cuarto... La tristeza con que mi buen amigo oyó estas prescripciones no es para dicha. ¿Ves, ves? le dijo su esposa hinchando desmedidamente la nariz . Ahí tienes lo que sacas de hacer gracias, de querer curarte en dos días.

Al hablar de la manzanilla, importa recordar que la mayoría de plantas usadas en la antigüedad han sido separadas poco á poco de nuestras materias médicas, hasta el punto de caer en el mas completo olvido, ó cuando mas, relegadas á las recetas populares y á las madres de familia que las emplean en tisana é infusiones, guiadas por los groseros datos del empirismo; viéndose la medicina privada de las propiedades de los simples que el Creador ha esparcido con profusion alrededor nuestro, con sus variadas y especiales virtudes.

El genio epidémico y de las constituciones médicas es la causa que ha inducido á algunos á no creer en la universalidad de la ley de los semejantes.

En la anatomía se han introducido muchas ficciones, desmenuzando las partes hasta lo sumo, donde no pudiendo llegar la industria humana, se añade lo que subministra un sistema puramente imaginario. De esto hemos dado palpables exemplos en las Instituciones Médicas. Las analises chîmicas hechas con fuego, no descubren lo que hay en los cuerpos, sino lo que el fuego hace en ellos.

En efecto, Gerónimo Mercurial, Daniel Le-Clerc, y otros Médicos críticos, no solo han tenido por espureos muchos de los libros atribuidos á Hippócrates, sino que hacen varios Catálogos para separarlos de los verdaderos, asunto que he tratado con extension en mis obras Médicas.

Su exquisito gusto de V. en las artes del dibujo halla feo á D. Casimiro; sus conocimientos de V. en la medicina le han hecho comprender que está el pobre mal de salud, y la amenidad y discreción que en V. campean, es natural que le induzcan á fastidiarse de todo ser humano que no sea tan ameno y tan ingenioso como V., cosa, por desgracia, rarísima; pero V. no me negará que mi hija, menos instruida en las proporciones y bellezas de la figura del hombre, puede no hallar feo á D. Casimiro, como no le halla; menos docta en ciencias médicas, puede creerle más sano, y menos chistosa que V., puede muy bien hallar en D. Casimiro algún chiste y no aburrirse de su conversación.

Había serias discrepancias entre los doctores más sonados de Madrid sobre si aquellos dolores lentos, profundos y angustiosos, eran simplemente neurálgicos o reumáticos, o acusaban la presencia de un cáncer inextirpable, por lo cual era de suma urgencia que la enferma saliera a tomar estas aguas, aquellos aires y los gases de más allá; y como lo uno estaba en el Pirineo francés, y lo otro en Suiza, y en Alemania y en los confines del mundo lo restante, y, además, era de rigor una detenida consulta con las celebridades médicas de París, la expedición resultaba larga, doblemente por las precauciones y comodidades que exigía el estado lamentable de la marquesa, cuyo médico de cabecera, un hombrecillo ya viejo y de gran experiencia, que la quería mucho, porque casi la había visto nacer, la aconsejaba que tuviera juicio, pues ya estaba en edad de ello; que se quedara quietecita en su casa, limpiándola antes de ruidos y de bambolla; que se acostara tempranito y se levantara tarde; que se curara de la maña inocente de disimular sus vanidades con exigencias de la necesidad, y que no tentara a Dios metiéndose en aventuras como la que iba a acometer, porque ese era precisamente el camino más breve que podía elegir para irse por la posta al otro mundo. ¡Como si callara!

Oponerse a ellos equivalía a malograr obra hecha. Y los discípulos de Galeno eran los que más contribuían a vigorizar esa opinión, si hemos de dar crédito a muchas tesis o disertaciones médicas, que impresas en Lima, en diversos años, se encuentran reunidas en el tomo XXIX de Papeles varios de la Biblioteca Nacional.