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»El horrible buitre que con su pico y sus garras destroza el pecho de mi hija volvía a hacer presa en ella y entonces yo, prosternado y con la frente inclinada, invocaba a Dios diciendo: ¡Dios mío, escucha mis súplicas! ¡no me abandones! ¡Si tu providencia infinita no ayuda a mi ciencia desmedrada y estéril, mi hija y yo estamos perdidos!

Hízose de rogar este cuanto sufría por una parte la prudencia y exigía por otra el decoro, y teniendo en cuenta sin duda que a buena hambre no hay pan duro, que a falta de pan buenas son tortas y que más vale pájaro en mano que buitre volando, marchó al fin resignado y majestuoso a representar en tierra extranjera la persona de Alfonso XII. Hubo también una dirección de segundo orden para el señor Pulido, y ofrecióse a Jacobo otra plenipotenciaría igual a la aceptada por Butrón.

La energía indomable del doctor Vargas lo salvó; pero, cuando salió de la lucha, la juventud había pasado, y sólo quedaba en el alma un cariño inmenso por los que sufrían lo que él había sufrido. Siempre he mirado con un supremo respeto al distinguido escritor colombiano que tiene, como Prometeo, la cadena que lo aferra y el buitre que lo devora, sin que su espíritu decaiga un instante.

Una mancha negra aparece en el cielo, semejante al ala de un buitre: dicha ala se desparrama, se ensancha desmesuradamente: luego, desaparece todo, todo da vueltas. Es asunto de quince minutos. La tierra queda devastada, el mar trastornado; de la embarcación, ni trazas. La Naturaleza no vuelve á recordar lo que por ella ha pasado.

-Señor -replicó Sancho-, si a vuestra merced le parece que no soy de pro para este gobierno, desde aquí le suelto, que más quiero un solo negro de la uña de mi alma que a todo mi cuerpo; y así me sustentaré Sancho a secas con pan y cebolla, como gobernador con perdices y capones; y más que, mientras se duerme, todos son iguales, los grandes y los menores, los pobres y los ricos; y si vuestra merced mira en ello, verá que sólo vuestra merced me ha puesto en esto de gobernar: que yo no más de gobiernos de ínsulas que un buitre; y si se imagina que por ser gobernador me ha de llevar el diablo, más me quiero ir Sancho al cielo que gobernador al infierno.

Bajo las patas del caballo de un ángel, que lo atraviesa con su lanza, en el centro de la iglesia de Villa del Pilar, en el Paraguay, he visto a un diablo en forma de lagarto, con alas de murciélago, sembradas de púas, enormes ojazos de buho y garras con uñas de buitre, y he pensado con pena en las pesadillas diurnas y en las noches de insomnio que la vista de semejante monstruo sobrenatural debe producir a los desventurados niños del pueblo.

No me explico ese constante fenómeno de mi espíritu; pero un buitre, con las alas abiertas, cerniéndose sobre el pico de un peñasco, hace siempre surgir en mi memoria el mito soberbio de Prometeo, como un caimán durmiendo en las arenas rehace para el mundo faraónico...

Con mi oro me he abierto camino y donde quiera he visto á la codicia bajo las formas más execrables, ya hipócrita, ya impúdica, ya cruel, cebarse en un organismo muerto como un buitre en un cadáver, y me he preguntado ¿por qué no fermentaba en sus entrañas la ponzoña, la ptomaina, el veneno de las tumbas, para matar á la asquerosa ave?

El que quiera verse seguido de centenares y centenares de personas, vístase de azul, de encarnado, de amarillo, de verde, de blanco y de negro; cúbrase la cabeza con plumas de pavo real, de cuervo, de buitre, aunque sea de gallo ó de gallina; si no hay plumas, póngase la cola de una zorra, ó cosa semejante; toque luego un chinesco, un tambor, una gaita; toque unas trévedes ó un almirez, sino tiene á mano otros instrumentos; toque con fuerza, haga ruido, mueva estrépito, mucho estrépito, alarme las orejas de todo el mundo.... No tengais cuidado, no irá solo.

Sentimos hacia el hermano librero la mayor desconsideración, y lo decimos de esta manera franciscana, como pudiéramos decir el hermano lobo o el hermano buitre. El librero es el enemigo del escritor. Debería inventarse un violento insecticida para la destrucción del librero. El galán de los "ouistitis" AQUEL rincón de café era como un muestrario de personajes absurdos.