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Hay en su aspecto, en su ademán y en todo él una majestad y un brío reposado que están muy por cima de la intranquilidad y de la petulante inconsistencia de la primera juventud. En fin, ¿para qué buscar aquí los motivos? Bástete saber que te encontré muy de mi gusto, y que aquella noche volví a casa harto imaginativa y soñadora.

A aquel bollo blando, que aún parecía conservar la inconsistencia del gelatinoso protoplasma, que aún no tenía conciencia de propio ni vivía más que para la sensación, la madre le atribuía sentido y presciencia, le insuflaba en locos besos su alma propia, y, en su concepto, la chiquilla lo entendía todo y sabía y ejecutaba mil cosas oportunísimas, y hasta se mofaba discretamente, a su manera, de los dichos y hechos del ama. «Delirios impuestos por la naturaleza con muy sabios fines», explicaba Juncal. ¡Qué fue el primer día en que una sonrisa borró la grave y cómica seriedad de la diminuta cara y entreabrió con celeste expresión el estrecho filete de los labios!

Yo si me encontrase en la China y me viese en semejante apuro, primero invocaba al santo más desconocido del calendario que á Confucio ó á Budha. Si esto es superioridad manifiesta del catoliscismo ó inconsistencia ilógica é inconsecuente de los cerebros de raza amarilla, el estudio profundo de la antropología lo podrá solamente dilucidar.

La conversación de Charito reflejaba toda aquella inconsistencia. ¿Y qué haces? proseguía. En ninguna parte se te ve ahora. Las mañanas de Palermo nunca estuvieron tan bien como este año.

Ni sería incurrir en una inconsistencia demasiado grande, si supusiéramos que Ester experimentaba cierto sentimiento de pesar en aquellos instantes mismos en que estaba á punto de verse libre del dolor, que puede decirse se había encarnado profundamente en su sér. ¿No habría quizás en ella un deseo irresistible de apurar por última vez, y á grandes tragos, la copa del amargo absintio y acíbar que había estado bebiendo durante casi todos los años de su juventud?

Pero habiendo comprendido un presidente de Panamá la inconsistencia de no producir un artículo que se vende y circula extensamente con el nombre de su país, comenzó a estimular el cultivo de la Carludovica palmata, que produce la fibra denominada jipijapa o toquilla, de que se hacen los sombreros.