United States or Vatican City ? Vote for the TOP Country of the Week !


Era la inquietud del peligro que había quedado fija en él para siempre; el hábito de la intranquilidad contraído en los obscuros calabozos, cuando esperaba a todas horas ver abrirse la puerta para ser apaleado como un perro o conducido al cuadro de ejecución ante la doble fila de fusiles; y a más de esto, la costumbre de vivir vigilado en todos los países, presintiendo el espionaje de la policía en torno de él, sorprendido en medio de la noche en cuartos de posada por la orden de salir inmediatamente; la zozobra del antiguo Asheverus, que apenas gustaba un instante del descanso, oía el eterno «Anda, anda».

El espíritu de Ambrosio flotaba en el mundo del indiferentismo, sin que le atormentase ninguna clase de ambiciones, puesto que ignoraba el ancho campo y el dilatado más allá, que se extendía tras la cerca de palmabraba que resguardaba la casa. Allí vivía, sin recuerdos del ayer, sin aspiraciones del hoy, ni intranquilidad ni zozobra para el mañana.

La suerte es que antes de llegar aquí tienen mucho en que cebarse, y cuando suban a estos barrios, ya estarán tan hartos, que... Continuó durante la noche la intranquilidad. Bringas y otros muchos vecinos no se acostaron o hicieron traer provisiones para muchos días. A cada instante temían verse acometidos por las turbas.

Si cantaba, con una voz que se esparcía por los adentros del alma, como la luz de la mañana por los campos verdes, dejaba en el espíritu una grata intranquilidad, como de quien ha entrevisto, puesto por un momento fuera del mundo, aquellas musicales claridades que solo en las horas de hacer bien, o de tratar a quien lo hace, distingue entre sus propias nieblas el alma.

La ligera intranquilidad de los «clubmen» ha desaparecido con la presencia de la representación oficial. Un rumor sordo, de muchedumbre lejana, llega de las tribunas populares a las del Jockey: un vocerío compacto de emoción, de alegría, de ansiedad, al ver cruzar los corceles alígeros, raudos como flechas disparadas por arcos a máxima tensión.

Y no dio más lumbres la rondeña, ni tampoco la cara una sola vez, por más que se la buscaba don Alejandro con gran empeño en cada pregunta que la hacía. Con todos estos misterios, se le aguzaron las aprensiones. Se encerró en su cuarto y se dio a cavilar sobre ellas. Peor. Hasta los granitos de arena se le antojaron montañas. La intranquilidad le consumía.

A pesar de la intranquilidad de su corazón, hizo, sonriendo, un signo de cabeza afirmativo, y le tendió la mano, la pequeña mano fuerte y confiada que, si él era digno, le entregaría en breve, como esposa. El salón, lleno de animación y alegría algunos minutos antes, quedó solitario y silencioso. Solamente los perfumes que flotaban aún en el aire tibio, revelaban el paso de las lindas visitantes.

Había rogado a Amalia que las suprimiese; pero no le hizo caso alguno. Y él se consideraba absolutamente incapaz de oponerse a su voluntad. Pasó la mañana nervioso, alterado. Para calmarse dio un paseo a caballo; llegó hasta la Granja; pero volvió al cabo con la misma intranquilidad que había salido. Cuando llegó la hora señalada salió de casa y tomó la calle de Cerrajerías.

Uno de sus temas era este: «Conviene que todo el mundo coma... porque el hambre y la pobretería son lo que más estorba la acción de los gobiernos, lo que da calor a las revoluciones, manteniendo a la nación en la intranquilidad y el desbarajuste». Este socialismo sin libertad, combinado con el absolutismo sin religión, formaba en la cabeza de aquel buen hombre un revoltijo de mil demonios.

Aun cuando no has mostrado intranquilidad, o quizás por eso mismo, lo eché de ver en seguida. Es muy grande y muy extraordinario lo que me pasa; te amo con el mismo cariño que profesabas a mi hija y ahora veo que hacía muy bien en quererte y que eras digno de ella. ¿Verdad que no se puede vivir sin su presencia? Ya verás cómo nos entenderemos; pero no quiero que te suicides. Pero si...