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Se le vió en todas partes: en la estación del ferrocarril despidiendo á los hombres que iban á incorporarse á sus regimientos; en el paseo principal, donde, al caer la tarde, entonaban las músicas himnos patrióticos coreados por la muchedumbre. La gente interrumpía sus cantos al ver las blancas melenas del poeta. «¡Que hable el señor Simoulin!», gritaban mil voces.

¿Y el señor cura, viene alguna vez? La mujer exclamó duramente: ¿El cura?... No, por cierto... A ese ni lo conozco. Estoy segura de que vendría si usted quisiera verlo. ¿Para qué? Hizo un movimiento brusco de protesta y cayó pesadamente, sin poder incorporarse. ¿Qué iba a hacer aquí el cura?... No quiero sotanas ni hombres negros a mi alrededor.

Al mismo tiempo, sus ojos se entornaban para mirarlo con una expresión de caricia anticipada. Cesó la música; las parejas se retiraron dándose el brazo. Maud se inclinó un momento para corregir un desorden de su falda, y al incorporarse mostró un gesto de altivez, como si hubiese recordado algo que le devolvía a su glacial serenidad.

De pronto, la guerra. ¿Quién podía imaginársela un mes antes?... Y su hijo se avergonzaba de no correr como todos los hombres á las estaciones de ferrocarril para incorporarse á un regimiento. Una mañana la había aterrado con la noticia de su enganche como voluntario. ¿Qué podía hacer ella? Legalmente, no era su madre.

De pronto le vió incorporarse y correr camino arriba, recogiendo y levantando con ambas manos el sayal, lo menos dos palmos más largo de lo que pedía el cuerpo bajo y rechoncho del desconocido. Pero no tardó éste en detenerse, resoplando como si le faltara el aliento y acabando por dejarse caer sobre la hierba.

Sólo cuando yo insisto con empeño, se decide... ¡pero de tan mala gana! con una cara tan estirada, que estuve tentado a tirarle a ella todos los chirimbolos. No tendría ni pizca de dignidad, ni vergüenza siquiera, si la hubiese consentido seguir... Se había ido exaltando cada vez más, hasta el punto de incorporarse del todo en el lecho.

Cuando se alejaron los muchachos para incorporarse al corro, discutiendo en voz baja el modo de repartirse los turnos, cesó el Cantó en su lastimera poesía, lanzando el último cacareo con voz dolorosa, que parecía desgarrar definitivamente su pobre garganta.

Que piense; pero que piense hacia fuera y con las puertas del cerebro de par en par. Esto nadie lo ha de conseguir más que usted. Lo restante, hasta dejar las cosas como estaban anteayer, lo hará luego, sin grandes dificultades, el otro doctor. »No esperé un momento más. Volvime al lado de Luz, y llegué muy a tiempo, porque la hallé tratando de incorporarse en la cama.

Volvió a cerrarlos. Pero haciendo al cabo de algunos instantes un esfuerzo para incorporarse, dijo con voz más firme: Para que la vida en otro mundo me fuese soportable... sería forzoso que trasformasen mi ser por completo... Mi carácter por sólo bastaría para aburrirme... Déjeme usted reposar en paz... Deje usted, padre, que se destruya el error fundamental de mi existencia... Ni yo ganaría nada con perpetuarme... ni el Universo tampoco... Ahí quedan otros millones de seres encargados de sostener el fardo de la vida.

La primera cabezada del sueño hízole dar con las narices en la mesilla de noche, y el libro rodó por el suelo: inclinóse, sin embargo, a recogerlo, porque el capítulo era interesante y quería terminarlo. A poco, un fuerte olor a trapo quemado llegó a sus narices, haciéndole incorporarse con sobresalto, temiendo los riesgos de un incendio.