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Tres saleros a guisa de centro de mesa campeaban en medio del mantel, los cubiertos estaban colocados con descuido, las botellas en fila una tras otra, mientras que el único botellón del agua hallábase colocado de tal modo que cada comensal tenía seguramente que dislocarse para alcanzarlo, puesto que la mesa era enormemente ancha.

M. Steimbourg hallábase menos ligado con M. L'Ambert que el marqués de Villemaurin; no tenía, como éste, todos sus títulos de propiedad en el estudio de la calle de Varneuil desde hacía cuatro o cinco generaciones. No conocía a aquellos dos caballeros más que del círculo y de la partida de whist, y tal vez también por algunos corretajes que le habían hecho ganar.

El peligro era inminente; hallábase una de las ruedas traseras fuera del camino, sostenida sobre el precipicio tan sólo por el tronco de un roble inclinado, cuyas raíces se sentían crujir y ceder a cada momento, arrancando grandes pelotones de tierra... Un instante perdido, un solo movimiento de cualquiera de los espantados brutos, y coche, caballos y viajeros rodarían por el alto repecho de la cuesta, haciéndose trizas.

Hallábase, pues, enfrascado en tristes cavilaciones, como ordinariamente le acaecía siempre que estaba solo, cuando acertó a ver a lo lejos dos señoras, cuya figura le trajo a la memoria en seguida a su madrastra y hermana. Según fueron acercándose, pudo cerciorarse de que no eran otras. Le dio un salto el corazón, y vaciló un instante entre marcharse antes que llegasen o permanecer en su sitio.

A las siete hallábase aún bastante entero, y dando una gran voz de repente, llamó a Monina... La marquesa hizo traer a la niña y púsola, como por la mañana, frente a él, encima del lecho; la inocente criatura agarrábase asustada al cuello de su abuela y miraba al enfermo con los ojos muy abiertos, sorprendida y silenciosa, sin atreverse a llorar.

Aquella noche, cosa rara, apenas salió el ayuda de cámara, Moreno se quedó profundamente dormido en el sofá, sin soñar nada; pero despertó a la media hora, no pudiendo apreciar el tiempo que su letargo durara. Al despertar huyó de tal modo el sueño de su cerebro y hallábase tan inquieto, que ni siquiera admitía como probable la idea de dormir.

Cierta hermosa mañana del fin de septiembre hallábase el pintor sentado en un banco del parque, aguardando a Beatriz, que aquel día tardaba un poco en venir a dar su lección; Marcela corría y jugaba delante de él, y a cada instante interrumpía su juego, llegándose a besar a su padre, porque este querubín guardaba para Fabrice ternuras de mujer enamorada.

Después de visitar varias casas, saliendo de ellas con el corazón desgarrado, hallábase otra vez en el corredor, ya muy intranquila por la tardanza de su amiga, cuando sintió que le tiraban suavemente de la cachemira. Volviose y vio una niña como de cinco o seis años, lindísima, muy limpia, con una hoja de bónibus en el pelo.

Allí estaba ella, con mucha devoción, aguantando a pie quieto las miradas y suponiendo los comentarios internos que acompañaban a estas; la condesa de Murguía, señora muy severa, que había comido muchos viernes en casa de Currita y disfrutado no pocas veces de su palco en el teatro, hallábase a su lado... Alarmóla esta proximidad, volvió la cara angustiada, y apretando cuanto pudo a las otras señoras que ocupaban el banco, apresuróse a dejar entre ella y la escandalosa un gran espacio vacío.

Sentada en el sillón, con su tabaquera abierta en la mano derecha, y los dedos de la izquierda en ademán de tomar unos polvos, hallábase la prócer figura del Cardenal de Portinaris. No esperaba veros más, dijo lentamente. Creí que habíais muerto, sobrino.