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Cuando por casualidad estaba menos ebrio y la mujer del manto y su niño tardaban en presentarse, el gaucho experimentaba cierta decepción. Una noche, con gran sorpresa suya, no vió á la difunta y á su pequeño. Permaneció despierto en su cama hasta el amanecer, aguardando en vano la terrible visita.

MARINO. Una dama, que, si bien envuelta en velo argentino, deja traslucir que está dotada de majestuosa hermosura; una dama, cuyo traje de seda y cuyas joyas riquísimas manifiestan lo elevado de su clase, acaba de bajar de una silla de manos y se halla en la antesala aguardando que la recibas.

No, señor repuso el zapatero . El trabajo es la mayor de las virtudes, según he leído en los periódicos. Nada de castigo. La ociosidad es madre del vicio, y el trabajo una virtud. ¿No es así, don Gabriel? Y el zapaterillo miraba al maestro, aguardando sus palabras con la misma ansiedad del sediento que espera el agua.

Y él, apoyado en la barrera, sonreía satisfecho de su fuerza, repitiendo a todos: Muchas grasias. Se hará lo que se puea. No sólo los entusiastas mostrábanse esperanzados al verle. Toda la gente fijábase en él, aguardando hondas emociones. Era un torero que prometía «hule», según expresión de los aficionados; y el tal hule era el de las camas de la enfermería.

Cuidábale con exquisitas dulzuras de sierva enamorada; le seguía en sus excursiones a Leipzig, a Ginebra, a París, en primavera, época de los grandes conciertos; y ella, la famosa artista, permanecía entre bastidores sin sentir la nostalgia de los aplausos, aguardando el momento en que Hans, sudoroso y fatigado, abandonaba la batuta entre las aclamaciones de la muchedumbre wagneriana, para enjugarle la frente con una caricia casi filial.

Cansado de forcejear por abrir una puerta tan bien cerrada, parece que ha desistido de su empeño, y que se ha sentado en el umbral aguardando si alguien abrirá por la parte de adentro. «Ya lo veoexclama de repente, «esto es!....» y cual otro Arquimédes, sin saber lo que le sucede, saltaria del baño y echaria á correr gritando: «Lo he encontrado!..... Lo he encontrado!....»

Cuando lo veamos te diré si aciertas... No me fío de tus corazonadas. Siempre estás con que mañana, que mañana... Dios es bueno. Conmigo no lo parece. No se cansa de darme golpes: me apalea, no me deja respirar. Tras un día malo, viene otro peor. Pasan años aguardando el remedio, y no hay ilusión que no se me convierta en desengaño. Me canso de sufrir, me canso también de esperar.

Avisaron de allí al Emperador como estaban á punto para embarcarse, aguardando nueva órden para partirse.

Un rato estuvo sentada en el sofá, oyéndole disparatar y aguardando a que avanzara un poco la mañana par avisar a doña Lupe. Antes de ir a lavarse, pasó por la alcoba de su tía, que ya estaba vistiendo, y le dijo: «Hoy está atroz... ¡pobrecito!... A ver si usted le puede calmar». Voy, voy allá... Veo que sin no os podéis gobernar. Si yo faltara... no quiero pensarlo.

Pues lo que has hecho esta tarde favorece a tu enemiga afirmó Rubín con severidad de médico, aguardando el efecto que tales palabras habían de hacer en ella . ; favorece a tu enemiga. eres tonta y no conoces la naturaleza humana. Yo, desde que entré en esta gran crisis de la razón, todo lo veo claro, y la naturaleza humana no tiene secretos para .