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Luis avanzó hacia el oficial, llevando en alto una copa de vino; pero el militar pasó adelante sin hacer caso del ofrecimiento, seguido de sus soldados, que casi atropellaron al señorito. Su entusiasmo no se enfrió por esta falta de atención. ¡Olé, los jinetes garbosos! dijo arrojando su sombrero a las patas traseras de los caballos.

En el fondo de la casucha, con la cabeza hundida en cajones que servían de pesebres y las grupas frente a la puerta, estaban los caballos, las mulas y los burros que constituían la fortuna de la familia. Los colchones astrosos, apilados en un rincón, se extendían por la noche junto a las patas traseras de las bestias, durmiendo la familia y su capital acariciados por el calor del común estiércol.

Una preciosa liebre, sorprendida en su ingénita actividad, sentose sobre las patas traseras, rebullendo entre los helechos del borde del camino, mientras desfilaba la comitiva.

Entonces se alzaron súbitamente remolinos de polvo en las calles de la ciudad; azotó la cara de los transeuntes una ráfaga de viento húmedo y frío; oyóse el chasquido de algunas vidrieras sacudidas contra la pared; cubrió los cerros del Oeste un velo achubascado; nublóse repentinamente el sol; tomó la bahía un color verdoso con fajas blanquecinas y rizadas, y comenzó á estrellarse contra las fachadas traseras de la población una lluvia gruesa y fría.

Y esto diciendo, con dos tejoletes que movía entre el meñique y pulgar de la siniestra, y un tris con tras que sacaba de los palos de las muletas, formaba una como manera de compás, que el can bailador se esforzaba por coger con sus patillas traseras lo más galanamente posible.

Pero lo más hermoso de Fortuna eran los ojos, en donde resplandecía la inteligencia, sobre todo cuando sentado sobre sus patas traseras miraba fijamente a Juanito como deseando adivinar sus pensamientos para ejecutarlos. Una tarde el abuelo y el nieto fueron a ver una viña rodeada de almendros que se había plantado la misma semana del nacimiento de Juanito y que en el pueblo llamaban La Juanita.

Así lo hizo Lorenzo, a puro talón, ocupadas las manos en funciones previsoras, y cuando el tostado comprendió que se le ordenaba salvar el obstáculo, estiró una mano que, mientras doblaba la otra, fue bajando despacio, hasta afirmarla en el fondo de la zanja donde luego puso aquélla, quedando en la violenta posición consiguiente; aproximó en seguida las patas traseras una de las cuales metió en la zanja, que finalmente pasó tras contorsiones que dieron a Lorenzo la sensación de haber transmontado en dos trancos la mismísima cordillera de los Andes.

La muchedumbre, endomingada, agitábase en torno de las rocas, admirando una vez más las carrozas tradicionales que todos los años salían a luz: pesados armatostes lavados y brillantes, pero con cierto aire de vetustez, luciendo en sus traseras, cual partida de bautismo, la fecha de construcción: el siglo XVII.

Dan animación a este paisaje, aquí una cabra levantada sobre sus patas traseras que parece suspendida de los verdes festones; allá una pequeña carreta tirada por grandes bueyes, y el chirrido ronco y continuo de la rueda y la canción salvaje del Dragoubras, y el aspecto ágil del montañés de Arrés que monta en pelo a uno de esos caballitos negros, de pelo rizado, de ojo brillante, de patas nerviosas, que franquean los salientes de la costa con tanta ligereza como un camello.

Los perros cambiaban de planta, en procura de más fresca sombra. Tendíanse a lo largo, pero la fatiga los obligaba a sentarse sobre las patas traseras para respirar mejor. Reverberaba ahora delante de ellos un pequeño páramo de greda que ni siquiera se había intentado arar. Allí, el cachorro vió de pronto a míster Jones que lo miraba fijamente, sentado sobre un tronco.