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Cuánta sea la excelencia y valor intrínseco de su forma peculiar, y cómo esta forma constituya una sola substancia con su esencia, un solo organismo, como en el griego, se demostrará después cumplida y repetidamente en lo restante de esta obra.

No se daba por convencido Mordejai, que planteó por fin la cuestión en términos que justificaban la veracidad y firmeza de su afecto, a saber: para que él creyese lo que Benina acababa de decirle, convenía que se lo demostrara con hechos, no con palabras, que el viento se lleva. ¿Y cómo se lo demostraría con hechos, de modo que él quedase plenamente satisfecho y convencido?

No era posible aumentar la amistad que les unía; pero este rasgo contribuyó mucho a afianzarla y, además, hizo que fuera su trato más frecuente, por la índole del trabajo que les ocupaba. Así, los que de muchachos comenzaron juntos a corretear por las calles y pisar las aulas del Instituto; los que juntos pensaron seguir una carrera de las reservadas a gente, si no poderosa, al menos acomodada, juntos también, forzados a renunciar a ella, emprendieron la pendiente áspera, y a veces sin fin, que suben en la vida los que se mantienen por sus manos. Menudearon con esto las idas de Millán a casa de Pepe, y aquél, que cuando chico no paró ojos en la hermana de su amigo, fue luego encariñándose con ella hasta que, insensiblemente, como a veces quiere el amor que sean estas cosas, se fijó en lo bonita que era, consideró las pocas exigencias que había de tener mujer tan hecha a batallar con la necesidad, y pensó que le convenía para propia. Como esta idea fue resultado de mucho mirar a Leocadia, hablar con ella y observarla, buscando ocasiones en que estudiarla el genio, lo notaron los padres y el mismo Pepe; de suerte que casi antes de que Millán demostrara su amor con atenciones y cuidados, ya ellos lo habían sorprendido sin enojo en sus impaciencias y miradas. Leocadia empezó a recibir las pruebas del afecto de Millán con el agrado natural que tiene la mujer para acoger las primeras palabras dulces que escucha; contenta, satisfecha, casi agradecida, mas sin que el querer produjera en ella impresión tan honda como la que estaba haciendo en Millán.

»Conoció el desengañado consejero la honda impresión que produjo su descarnado consejo, y acudió solícito a templarla, a intentarlo, mejor dicho, con una detenida exposición de razonamientos que me es imposible reproducir aquí al pie de la letra, por falta de memoria para tanta minuciosidad; pero cuya substancia, que recuerdo bien, y no debe omitirse en este pasaje de la historia de mi vida, era la siguiente: »Si el matrimonio no fuera más que una carga de sacrificios y un palenque de proezas, donde un caballero demostrara a cada instante la firmeza del amor que sentía por su dama, él, Pepe Guzmán, por remate de nuestro idilio de la víspera, con lo que acababa de contarle yo o sin ello, se hubiera apresurado a implorar de el mismo favor que con tan rendidas ansias había implorado el banquero para .

Eso le demostrará a usted que yo no mentía el día que le aseguré cierta cosa. Le demostrará que no la he olvidado en Madrid. No, Leonora, no olvido. Esta ausencia ha agrandado más mi afecto. Gracias, Rafael dijo la artista con gravedad, como si en ella no fuese ya posible la ironía de otros tiempos. Estoy convencida de ello, y me entristece, pues es inútil.

Me mataré sin hacerme daño. El testamento demostrará que no tengo apego al dinero; el puñal, que tampoco se lo tengo a la vida, pero no me mataré hasta el momento en que vaya a abrir la puerta. Le Tas encontró la invención excelente, aunque no fuese precisamente nueva.

No tengo necesidad de la ayuda de un hombre que atenta contra la vida de una pobre mujer desamparada le respondí. Tenga presente que en adelante debe permanecer alejado de ella, o ¡por Job! le aseguro que sin más acá ni más allá, pediré la cooperación de la policía, y su historia pasada demostrará la perversidad de su carácter. Haga lo que guste rió de nuevo desafiadoramente.

La consistencia del amor se prueba en el matrimonio; sólo una larga convivencia nos demostrará si el corazón está bien puesto, en quicio permanente. Por lo demás algo hay de cierto en eso de que el matrimonio es la tumba del amor. No en balde la frase goza de tanta difusión en el mundo.

No había olvidado las advertencias de su tío y de sus maestros; pero, sin agravio de ellas, bien podía suponer que cada marchante fuera un pillo, y un ladrón disfrazado cada transeúnte. ¿Traían en la frente alguna señal que demostrara lo contrario? Pues, en la duda, cara de perro a todo bicho viviente.

Se demostrará: Las altas consideraciones y respetos que la audiencia de Manila merece entre los indios, proviene aun de la tradicion entre ellos, recordando aquellos felices tiempos en que sus majistrados visitaban sus provincias, y hacian en estas visitas tanto bien á los pueblos . Los oidores visitadores eran en efecto, mas que unos jueces severos, unos amigables mediadores en las desavenencias de los indios, hacian composiciones, celebraban transacciones, señalaban límites de tierras, y aun términos de pueblos, daban una especie de ordenanzas municipales que se observaban, y los protejian contra las vejaciones de los alcaldes mayores, correjidores, y aun conocian en las que causaba algun párroco, pues como en estas visitas no se trataba de imponer penas, ejecutar castigos, ni correjir con violencia, sino de reunir voluntades, cortar discordias, y hacer desaparecer las disensiones entre las familias, entre los vecinos y aun entre los pueblos, eran verdaderamente estas visitas unas visitas paternales y benéficas, y en ellas el oríjen del alto respeto, consideracion y aprecio de los majistrados.