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Sin embargo, al repetir aquel hombre su exigencia en un tono más amenazador, quedó de manifiesto que su influencia era suprema, y que en sus manos sin escrúpulos se veía tan desamparada como una pobre criatura. La situación fue para una verdadera revelación.

En los interminables siglos bárbaros, mientras sueña con la leyenda y funda la gran peregrinación del arcángel vencedor del diablo, éste se apoderó de aquella llanura desamparada.

Acerca de los primeros que recorrimos, sólo tengo que decir que seguimos cruzando la gran llanura de Castilla la Vieja, más productiva, pero no menos desamparada y monótona que la de Castilla la Nueva.

Escucha atentamente ese ruido, y no oirás que esos cañonazos sean contestados; si no estuvieses aquí, si no te hubieses visto obligado por ese levante del infierno a abandonar la pobre hermana de mi tartana, que, completamente desamparada, flota ahora al capricho de las olas como el nido desierto de una gaviota; si no estuvieses aquí, querido, yo no me quedaría tendido sobre este sofá, porque temería por ti.

Una sola cosa subsistía todavía a sus ojos: la necesidad de cumplir su deber por gratitud al señor Aubry. Esta idea lo mantenía fiel en su puesto. A menudo se reprochaba el dejarse vencer por un pesimismo peligroso. Ante su impotencia para encontrar la calma, la energía de su voluntad desamparada se acusaba de debilidad y de egoísmo; pero no podía dominar su tristeza creciente.

Es una joven desamparada continuó Paz, que estaba en casa de un amigo nuestro, soltero grave, el cual no podía sufrir sus travesuras. Parece que ella es algo levantada de cascos; y viendo que no la podía sujetar, nos la entregó para que la corrigiéramos ... Todo por amor de Dios. ¿Y les da á ustedes disgustos? preguntó con oficiosidad la hermana de don Silvestre Entrambasaguas.

»Sobre estos ejes rodó todavía largo rato la desquiciada máquina de mi discurso..., hasta dar conmigo y con él en las negras profundidades del abismo. »¡Oh, qué sola, qué triste y qué desamparada me vi!

Dos noches antes, un perro barcino había aullado feo en el monte. Había muchos, según él. Mi mujer y yo no dimos mayor importancia al asunto, pero no así mamá, que comenzó a hallar terriblemente desamparada nuestra casa a medio hacer. A cada momento salía al corredor para mirar el camino. Sin embargo, cuando nuestro chico volvió esa mañana del pueblo, confirmó aquello.

4 Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Asolamiento: sino que serás llamada Hefzi-ba, ([Mi voluntad en ella]) y tu tierra, Beula ([Casada]) porque el querer del SE

Con el de que no pases más noches malas; con el de que aprendas un oficio y puedas ser la honrada mujer de un artesano. ¿Y quién es el padre Ambrosio? Un religioso exclaustrado de la Merced, que vive hace muchos años en la misma casa de vecindad donde yo vivo; un digno ministro del Altísimo; mi padre; la guía que Dios me ha dado viéndome desamparada en el mundo. ¡Ah! ¡un religioso!