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Cuando Tánger y Tolón, Amberes y Calais, estén sometidos á la barbarie germánica, ya hablaremos de eso más detenidamente... Tenemos la fuerza, y el que la posee no discute ni hace caso de palabras... ¡La fuerza! Esto es lo hermoso: la única palabra que suena brillante y clara... ¡La fuerza! Un puñetazo certero, y todos los argumentos quedan contestados.

Este vapor que de nuevo cambió de nombre y que hoy se llama Luzón, se encuentra en el rio grande de Cagayán, varado por haber sufrido averiaavería, en su máquina. En todas las expediciones, nuestros barcos antes de zarpar saludaban al Olimpia como buque insignia, cumpliendo así deberes de cortesía internacional, siendo contestados nuestros saludos con iguales demostraciones de amistad.

El chico, comprendiendo bien que aquellos interrogantes tenían un fin puramente retórico y no debían ser contestados, limitábase a lanzar gritos de dolor inarticulados. ¡Ven acá, pilluelo! ¡Quiero llevarte delante de tu padre! ¡A ver si me dices ahora que yo te tengo mala voluntad! ¡Has de parar en un presidio! ¡Ven aquí, ven!

Pero lo que más profundamente conmovió todo mi ser fue oír en los linderos del bosque, al margen del prado y allá abajo en los juncales del río, llamamientos angustiosos, tristes y diseminados, que, no siendo contestados por nadie, iban a perderse en las lejanías del espacio. EL SE

Parecían aclamaciones a la patria, vivas contestados con hurras. Después dio media vuelta y marchó delante. Era esa caricatura militar de antaño que se llamaba tambor mayor. El viento le despeinaba las plumas, y al arrastrar las alas y dar el estornudo era el puro emblema de la vanidad. No le faltaban más que las cruces, la palabra y la edad provecta para ser quien yo me .

Escucha atentamente ese ruido, y no oirás que esos cañonazos sean contestados; si no estuvieses aquí, si no te hubieses visto obligado por ese levante del infierno a abandonar la pobre hermana de mi tartana, que, completamente desamparada, flota ahora al capricho de las olas como el nido desierto de una gaviota; si no estuvieses aquí, querido, yo no me quedaría tendido sobre este sofá, porque temería por ti.

El anciano y corajudo virrey disponía escasamente de mil hombres en el Callao, y nótese que, según el censo de 1614, el número de habitantes de Lima ascendía a 25.454. Pero Spitberg se conformó con disparar algunos cañonazos que le fueron débilmente contestados, e hizo rumbo para Paita.

Con esta manifestacion quedan victoriosamente contestados cuantos suponen equivocadamente que el clero de nuestros dias en España ocupa el mismo puesto que el de hace cien años: no hay mas diferencia que la de un siglo, y la de un siglo de constante progreso.