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En la época de César, y según sus referencias, la Inglaterra estaba poblada por tribus pastoras, que vivían principalmente de leche, queso y carne, de expediciones predatorias sobre sus vecinos, emprendidas por guerreros voluntarios bajo la dirección de jefes accidentales, por aquéllos elegidos o aceptados, y considerando como su mayor gloria la amplitud del desierto intermediario con las otras tribus que les garantía contra ataques repentinos.

»Quando por los Españoles fuera inventado este Poema, antes es digno de alabança que de reprehension, dando por constante una máxima, que no se puede negar ni cabillar, y es que los que escriven es á fin de satisfacer el gusto para quien escriven, aunque echen de ver que no van conforme las reglas que pide aquella compostura; y hace mal el que piensa que el dexar de seguillas nace de ignorallas, demás que los Comicos de nuestros tiempos tienen tambien provada su intencion en otras obras que perfectamente han acabado y escrito con otros fines, que el de satisfacer á tantos que no necesitan para eternizar sus nombres de escrivir las Comedias con el rigor á que los reduze estos aceptados Censores, con quien habla mi Apologia.

Los que pudieran arriesgarse no se atreven, y los que serían aceptados no se presentan. Paulina sufre con invariable buen humor los inconvenientes de tener una madre demasiado ambiciosa y acepta por adelantado la famosa posición venidera. A todo lo que dice su madre, responde dócilmente: , mamá. Su bonita y agradable cara no refleja más que sentimientos amables y plácidos.

Por mi parte, señor, he adquirido esta noche con gran alegría, el derecho de unir mis instancias á las de aquellas señoras; los votos que desde hace largo tiempo hacía, acaban de ser aceptados, y le estaré personalmente reconocido si no mezcla á los recuerdos dichosos de esta noche, el de una separación que sería á la vez perjudicial y dolorosa á la familia en que tengo el honor de entrar.

Reyles, comparado con lo que ya se va escribiendo y con lo que se escribirá en adelante, si Dios no lo remedia, ajustándose a los patrones, cánones y moldes que vienen de París, ora inventados, ora aceptados y autorizados allí, aunque vengan de Alemania, de Rusia o de Suecia. Todavía hay en este nuevo arte literario que el Sr.

Adoro su imaginación, que infunde a muchos de sus actos cierto carácter poético; su amor a lo maravilloso, su religiosidad extremada de marinero metido en teologías, que le hace decir cosas heréticas sin saberlo y le impulsa a escoger libros religiosos poco aceptados... Admiro su coraje, su tenacidad para realizar un ensueño.

De vez en cuando oía don Simón conceder la palabra a un diputado cuyo nombre le era bastante conocido. «Vamos pensaba , ahora irá lo buenoPero tampoco le salía la cuenta, porque se levantaba una figura ruin y mal trajeada, que, con voz de grillo mal emitida, soltaba un aluvión de párrafos enmarañados que nadie se tomaba la molestia de desenredar; o un finchado presuntuoso, que entre período y período de su discurso ponía una eternidad de paseos en corto, estirones de chaleco, montaduras de lente y mares de agua con azúcar; ya un perezoso desaplomado Adán, que parecía sacar las pocas y desmadejadas frases que decía a fuerza de restregarse contra el banco y de tirar de sus bragas hacia arriba; o un mozo encanijado y presumido, que sin ciencia, sin virtudes, sin voz y sin palabra, quería convencer como los sabios y convertir como los justos; ya un osado boquirrubio, cuyo único afán era medir sus fuerzas con las de los padres graves del Parlamento, que se guardaban muy bien de replicarle; ya un viejo atrabiliario, cuyos furores causaban risa y cuyos chistes hacían llorar de compasión; ya una especie de cuáquero mugriento, demagogo impenitente, que vociferaba sobre justicia y amor al prójimo, no en nombre de Dios, a quien negaba, blasfemo, sino de una razón que parecía faltarle a él, ya que no a los que en santa calma le escuchaban.... De todo, en fin, veía y oía, menos lo que era de esperar, dada la reputación de ciertos nombres aceptados por la opinión pública, si no como tribunos de primera fuerza, cuando menos como oradores distinguidos. ¡Qué valdrían cuando don Simón se creía capaz de terciar en un debate con el más guapo de todos ellos!

Podría contestar valiéndome de infinidad de libros aceptados, autorizados, mas, prefiero entresacar la respuesta de una Memoria premiada recientemente por la Academia de Ciencias de París y por lo tanto apoyada en su gran autoridad.

Este medicamento es uno de los empleados antiguamente como purgante. Hahnemann y sus discípulos investigaron sus efectos especiales y dinámicos en el curso de sus esperimentaciones y las apuntaron como vía de nuevas aplicaciones. Los efectos del aloes han sido aceptados por Mr.

Don Esteban había sufrido grandes pérdidas en negocios extravagantes aceptados por bondad; pero aun así, dejaba fortuna suficiente para que la esposa viviese una desahogada viudez entre sus parientes de Barcelona. La pobre señora no sufrió otra contrariedad en el arreglo de su nueva existencia que la rebeldía de Ulises.