United States or Ethiopia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Yo haré relacion de lo que he visto. Al dia siguiente de mi llegada á la capital de Francia, fuíme al Cuartel Latino á visitar dos casas célebres: la que habitó últimamente Robespierre y aquella en que vivia Marat cuando la heróica Carlota Corday libró á la humanidad de tan furibundo demagogo.

Su materialismo subrepticio era más radical que nunca. «Nada, nada, fuerza y materia, no hay más que eso», pensaba. Y si no fuera porque los partidos avanzados nunca son poder o lo son poco tiempo, se hubiera declarado demagogo y enemigo de la religión del Estado.

Su padre era un progresista ridículo, que se entusiasmaba hablando de Espartero; su hermano un demagogo ateo, de los que hacen burla de Dios y la Divina Providencia; su madre una pobre señora, a quien se le figuraba ser santa porque era hacendosa, y Leocadia una chicuela presumida, que se pasaba la mañana embandolinándose el pelo.

Esto basta para apreciar que el duque tenía todavía fijas en el magín raíces de ideas viejas; pero, a pesar de todo, podía considerársele como demagogo comparado con su hechicera consorte. La duquesa era el prototipo de la dama aristocrática, que sólo en las cuestiones del amor y de la moda transige con el progreso.

Yo comprendo como veneranda y punto menos que santa, aunque vaya por caminos extraviados, la intención del demagogo, demócrata y hasta socialista, que pugne por dar a todos los hombres educación liberal, recursos y cuantos elementos gozan los llamados aristócratas, si es que estos elementos valen, no sólo para gozar, sino para ser mejores; pero si sólo valen para gozar y ser más débiles, corrompidos y ruines, no me explico la democracia progresista, sino la democracia de Rousseau, que procura retrotraer a la humanidad al estado salvaje.

Poco después de este furibundo demagogo, otro personaje entró en escena. ¿Quién será? dijo el Doctrino sintiendo los pasos. Apuesto á que es el mismo Lobo en persona. Un hombre alto, flaco y vestido de negro entró en la habitación. Era don Julián Lobo, célebre republicano que después fué faccioso y uno de los más sanguinarios chacales del absolutismo.

No es fácil decir si en la época en que lo presentamos era verdadero demagogo ó simplemente un absolutista disfrazado, como otros muchos. Lo cierto es que hacía alarde de las más exageradas opiniones, y sus discursos, pronunciados en Lorencini, eran elocuentes y fanáticos. Conspiró mucho con los liberales exaltados contra el gobierno Feliú, y después contra el gobierno de Martínez de la Rosa.

«¡Pillo, tunante! pensaba Jacinta comiéndose las palabras, y con las palabras la hiel que se le quería salir . ¿Qué sabes lo que es ley? ¡Farsante, demagogo, anarquista! Cómo se hace el purito... Quien no te conoce...».

Los últimos forman un partido nuevo, que pugna por crearse adeptos a favor de las ideas sanas y moderadas que sostiene. Es indispensable olvidar la tradición de nuestros partidos argentinos desde 1852 a la fecha, para formarse una idea exacta de los de Colombia. Un demagogo de los nuestros pasa allí por un conservador y un conservador argentino es un comunista para los colombianos de ese tinte.

Los antecedentes no son malos. Sin embargo, cuando veais que la tempestad arrecia, que el motin sube ya la escalera, cuando golpee á la puerta del gabinete el osado demagogo que lleva en una mano el papel que se ha de firmar, y en otra el puñal ó una pistola amartillada; temed mas por la suerte del negocio, que por la vida del magistrado. Es probable que no morirá; la entereza no es el heroismo.