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Clementina hubiese podido casarse fácilmente; era muy rica, no muy madura y muy agradable para los que no temen á las mujeres del género granadero. Pero ninguna proposición la encontró bien dispuesta. ¿Quién sabe si creía que á fuerza de malas partidas habría de traer á buenas á Roussel y tener la dicha triunfal de verle á sus plantas humillado, arrepentido y barón?

No merece que vuelvas a pensar en la muy sinvergüenza. ¿Que qué hacía? Ponerte cuernos. ¡Como si con un granadero como no tuviera bastante una pitifláutica como aquélla! Todas las del coro sabíamos que le regalaste el mantón bordado y la mar de medias. Decía que te iba a dejar el estanco hasta sin esponja para mojar los sellos.

«Permiso de veinticuatro horas al granadero Gaspar Lefèvre, de la 2.ª del 1.º. »Hoy, 3 de enero de 1814. »Gémeau, comandante del batallónBien, bien dijo Hullin ; mete esto en la mochila, porque puede perderse. Juan Claudio había vuelto a adquirir su alegría habitual.

Sus brazos y sus piernas, así como sus manos y sus pies, eran de una longitud aristocrática. Finalmente, tenía la estatura de un granadero y la apostura de un príncipe. Si preguntáis por qué un hombre así había podido caer en las manos de la señora Chermidy, os contestaré que la dama era más atractiva y más hábil que Dulcinea del Toboso.

Eso del amor, no es más que galantería mundana, inventada por poetas y novelistas defensores del pecado, que nunca puede dominar á una alma cristianaAhí tienes, chiquita, todo un compendio de sabiduría que siguen los jóvenes al salir de nuestras aulas, y son felices. ¿Y esto, que respetan y acatan muchachos con más barbas que un granadero, que poseen toda la ciencia de nuestra Universidad, lo atropellas , muñeca ignorante? ¿Te atreves á buscar marido por tu propia cuenta y á tener amoríos, cuando hombres que ostentan títulos académicos no osan poner los ojos en una mujer sin venir aquí antes á decirme: «Padre Paulí, he pensado en Fulana ó en Zutana: ¿me conviene?» y se van tan satisfechos de los consejos del Padre, siguiéndolos fielmente?... ¡Ay, Pepita... Pepita!

A la entrada de la casa de la policia hay numerosa guardia de tropa: Don Marcelino se va á entrar por la primera puerta que se ofrece, y el granadero le dice: «AtrasEncaminase á la otra, y el centinela le grita en alta y destemplada voz: «Paisano, la capaQuítase el embozo, prosigue algo mohino, y los esbirros, que se resienten de la rigidez gubernativa, le dicen en ademan descortes: «no vaya V. tan aprisa; aguarde V. su turnoLlegado á la mesa, el oficial le dirige mil preguntas investigadoras, le mira de pies á cabeza, como si sospechase que el pobre D. Marcelino es uno de los jefes del motin del otro dia.

Un rezagado que acierta a pasar, el granadero desmontado, préndese a la cola del caballo, lo detiene en la carrera, salta a la grupa, y coronel y soldado se salvan. Llámanle el Boyero, y este hecho le abre la carrera de los ascensos. En 1820 sacábase un hombre ensartado por ambos brazos en la hoja de su espada, y Lavalle lo ha tenido a su lado como uno de tantos insignes valientes.

Debía tener fuerzas hercúleas aquel arrogante granadero de la Iglesia, y si bajo el punto de vista corporal estaba admirablemente constituido para las misiones, no lo estaba menos en el orden espiritual, por ser hombre de muchas sabidurías, eruditísimo en las letras sagradas y bastante fuerte en las profanas, elocuente en el púlpito y persuasivo en la conversación, águila en la cátedra y lince en el confesionario.

Enormes lápidas de piedra con caracteres latinos cantaban la gloria de los diversos príncipes soberanos que habían hecho construir estas costosas obras de defensa, ahora anacrónicas é inútiles. Lubimoff esperaba ver surgir de las garitas algún granadero de uniforme blanco y vueltas de grana, llevando sobre el negro mostacho y la peluca con polvos una mitra de oro.

El lector conocerá que D. Marcelino, sin advertirlo siquiera, piensa en la escena del pasaporte; el rudo atras del granadero, el grito del centinela, paisano, la capa, la descortesia de los esbirros y del oficial, han bastado para introducir en sus ideas políticas una reforma de alguna consideracion. Desgraciadamente el oficial de la policía habia llevado muy léjos sus sospechas.