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Manolo fue más listo, su caballo mejor y el cochero de don Juan se quedó rezagado en un cruce de calles, donde hubo confusión de carros y carruajes. A esta intentona siguieron varios días de buen tiempo en Madrid, y de mal humor en don Juan, porque ni la señora ni la niñera aparecieron por el Retiro ni el Prado.

El aplauso y protección de las esferas oficiales ya hemos visto también que buscó de preferencia otras frentes para colocar en ellas sus coronas. El poeta habrá conocido en la última época de su vida la amarga sensación de sobrevivirse, de quedar rezagado en la marcha del gusto público de su tiempo.

El cura, oculto entre las sombras del jardín, los vio irse, esperando para salir de su escondite que se hubiesen todos alejado, cuando notó que no lejos de , entre las ramas de unos arbustos y cerca de una reja, había un hombre, que indudablemente se quedaba rezagado adrede, y que, moviéndose de pronto cuidadosamente, se escurrió con cautela a lo largo de la casa, hasta penetrar en ella por una puerta de servicio, que por razón del baile aún estaba abierta aquella noche.

¡«Mucha gente tronada»!... Toda la que bulle y anda en el ajo de nuestras aventuras; y si hay alguna excepción entre ella, es por un milagro de Dios. Aquí todo el mundo gasta mucho más de lo que puede. Y ¡ay del que se quede rezagado por cansancio, o por deseo de no ser tan mentecato en esta puja de locas disipaciones! Le arrollan..., o le silban, que es peor. Y es natural, ¡qué diablo!

Un rezagado que acierta a pasar, el granadero desmontado, préndese a la cola del caballo, lo detiene en la carrera, salta a la grupa, y coronel y soldado se salvan. Llámanle el Boyero, y este hecho le abre la carrera de los ascensos. En 1820 sacábase un hombre ensartado por ambos brazos en la hoja de su espada, y Lavalle lo ha tenido a su lado como uno de tantos insignes valientes.

Y echó a andar, dialogando con el capellán que le seguía. Primitivo, obediente, se quedó rezagado, y lo mismo el abad, que encendía su pitillo con un misto de cartón. El cazador se arrimó al cura. ¿Y qué le parece el rapaz, diga? ¿Verdad que no mete respeto?

La prensa, que es periódica, tiene poco alimento para el reportaje en la vida regular y monótona de Bogotá; con frecuencia el Magdalena se ha rezagado con exceso, los vapores que traen la correspondencia se varan y se pasan dos o tres semanas sin tener noticias del mundo. ¿Dónde ir a tomar la nota del momento, el chisme corriente, la probable evolución política, el comentario de la sesión del Senado donde el «macho» Alvarez ha dicho incendios contra el Presidente Núñez, que Becerra ha defendido con valor y elocuencia? ¿Dónde ir a saber si Restrepo está en Antioquía de buena fe con los independientes, o lo que Wilches piensa hacer en Santander?

Sube el yankee á la cima de la montaña y el hispano-americano se queda al pie, rezagado y en situación miserable; pero no se cuenta, al decir esto, con no pocos factores, empezando por la fortuna, que no puede negarse que existe, entendiéndose por fortuna, la serie y el enlace de los casos, dispuestos y ordenados por ley providencial ó fatal, que ya se sustraen á la previsión humana, ó ya, aunque no se sustraigan, ni la más firme voluntad de los hombres, ni su más profundo saber, ni su más poderosa inteligencia desvían del camino que siguen, así como no evita el eclipse el astrónomo que le pronostica.

Habían ya llegado al cortijo casi todas las bandas de trabajadores y en la puerta de la gañanía sacudíanse mantas y refajos, derramando a chorros el agua sucia, cuando Rafael se fijó en un pequeño grupo rezagado que se aproximaba lentamente bajo la cortina oblicua de la lluvia. Eran dos hombres y un borriquillo cargado con un serón, bajo el cual apenas si asomaban las orejas y la cola.

Al cabo, los tricornios charolados de los guardias brillaron allá en la puerta del lagar y avanzaron por entre los árboles. Andrés no pudo impedir que su corazón latiese más de prisa. Detrás de los guardias venía Tomás, que se fue quedando rezagado. El joven se adelantó y preguntó a un guardia: Vienen ustedes a prenderme, ¿verdad? ¿Es usted el Sr. D. Andrés Heredia? Servidor.