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En Mayo de 1272 se celebraron sus desposorios con el Rey D. Dionís de Portugal, y realizado en época competente este matrimonio, de él nació D. Alonso, que succedió á su padre en la corona de Portugal, y doña Constanza que casada con Fernando 4.º de Castilla, fue reina tambien. Las virtudes de Isabel brillaron mas que la púrpura que vestía.

Contaba con poderosos amigos, capaces de ayudarle si deseaba trabajar. Los restos de su fortuna serían para él cuando muriese. Alicia agarró una de sus manos con la ternura del agradecimiento. «¡Cuán bueno eres!...» Pero de pronto secó sus lágrimas, sus ojos brillaron con una energía que parecía dirigirse contra ella misma, y continuó con voz dura: No, no quiero.

Es la primera vez que lo veo llorar. lo has hecho llorar con tu cuento del matrimonio. Adormecida por aquella mansa charla, Adriana se puso a pensar que junto a ella, anegado en la misma pena, estaba el hombre elegido por su corazón. Brillaron en su espíritu los maravillosos recuerdos.

Vívidamente brillaron en su recuerdo las incidencias de un viaje a la provincia de Jujuy; el largo tren, arrastrado por la máquina jadeante, trepaba con fatiga la pendiente, arrojando coronas de humo que se diluían sobre la transparencia del aire; y todo el paisaje giraba desplazando lentamente las vastas montañas.

¿Y el relicario de María Clara? preguntó Sinang. ¡Es verdad! exclamó el hombre, y un momento sus ojos brillaron. Es un relicario con brillantes y esmeraldas, dijo Sinang al joyero; mi amiga lo usaba antes de entrar de monja. Simoun no contestó: seguía ansioso con la vista á Cabesang Tales. Despues de abrir varios cajones dió con la alhaja.

Encendido el cigarro, acercó la cerilla al rostro de la Nela, diciendo con bondad: A ver, enséñame tu cara. Mirábale la muchacha con asombro, y sus negros ojuelos brillaron con un punto rojizo, como chispa, en el breve instante que duró la luz del fósforo.

Brillaron los ojos del alemán al ver el oro; una sonrisa beatífica dilató su boca casi de oreja á oreja. Ia dijo comprendiendo la mímica. Y le entregó sus comestibles tomando la moneda. Don Marcelo comenzó á tragar con avidez.

Los ojos de Tomás brillaron de alegría; pero con el dominio que ejercen los paisanos sobre sus emociones, comenzó a santiguarse con cierta sorpresa burlona. ¡Mal año para , demonio!... ¡mal año para !... ¡Nunca pensara!... ¿Qué diablo de mosca te ha picado? Pues me ha picado tu hija Rosa. ¡Ya me lo olía yo!

Al contacto de las manos de Luis, pareció despertar aquella carne sumida en el sopor de la embriaguez. Se revolvió el cuerpo adorable, brillaron sus ojos un momento, pugnando por mantenerse abiertos, y algo murmuró la boca ardorosa junto al oído del señorito.

Dentro de pocos días estarás sano... Yo te quiero mucho más que antes porque al verte caer comprendí de una vez hasta dónde habías entrado en mi corazón... Y mi hermano añadió bajando los ojos y ruborizándose quiere adelantar la fecha de nuestro matrimonio. Los ojos de Tristán brillaron con alegría. ¿Cómo...? ¿Es de veras? Eso me ha dicho ayer respondió Clara dulcemente.