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Andresito percibía a medias esta escena, coreada por las risas de los parroquianos. La ingrata no reaparecía, y él estaba extenuado por el dolor y por un plantón de tantas horas. No le vendría mal sentarse, aunque fuese en el cafetín; pero no; ¡firme allí! aunque muriese de pie, como los antiguos romanos. Obscurecía.

¡Murióse aquella santa, que si ella no se muriese no recibiera yo este trato! ¡Bruja! Nadie en el mundo me dijo ese texto, que vengo de muy buenos padres, y no habrá cristiano que me haya visto escupir en la puerta de la iglesia, ni hacer los cuernos en la misa mayor. ¡Ay, muerte negra, que te llevas a los mejores y dejas a los más ruines!

Porque, señores, nadie como yo respeta al clero parroquial, ese clero honrado, pobre, humilde... pero el alto clero... muera... y sobre todo... muera el señor Provisor... el.... ¡Muera! ¡muera! contestaron algunos: Joaquín, el coronel, que estaba sereno, pero quería que muriese el Magistral, y otros dos o tres comensales borrachos. Cuando se levantaron de la mesa amanecía.

Luego, abatida por este esfuerzo, se desplomó en su lecho, diciendo con apagado acento: ¡Dios mío! No permita Tu bondad que nunca sepa que cuando he visto a mi prima he sentido deseos de que ella muriese también conmigo. El ministro del Señor, acompañado de su séquito, salió de la estancia. Reinó en ésta un silencio que nadie se atrevía a interrumpir.

Rentaba treinta duros; pero lo han subido a treinta y ocho. ¡Qué quiere usted! Es un piso muy bueno y tiene un ascensor magnífico... Decididamente, no nos queda más esperanza que la de una epidemia que acabe con la mitad de los vecinos de Madrid. Claro que si esta epidemia atacase tan sólo a los caseros, no se necesitaría que muriese tanta gente. PATRIOTISMO DE G

Contaba con poderosos amigos, capaces de ayudarle si deseaba trabajar. Los restos de su fortuna serían para él cuando muriese. Alicia agarró una de sus manos con la ternura del agradecimiento. «¡Cuán bueno eres!...» Pero de pronto secó sus lágrimas, sus ojos brillaron con una energía que parecía dirigirse contra ella misma, y continuó con voz dura: No, no quiero.

19 Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y levante linaje a su hermano. 20 Fueron pues siete hermanos; y el primero tomó mujer, y muriendo, no dejó simiente; 21 y la tomó el segundo, y murió, y ni aquel tampoco dejó simiente; y el tercero, de la misma manera.

¡Usted! gritó con una nota de pecho que hizo vibrar los cristales. ¡Usted, con quien me casé para que mi querida niña no muriese de hambre! ¡Usted, perro al que llamé a mi lado para alejar de a los hombres! ¡Usted!... No pudo continuar.

Clara juzgaba probable que D. Casimiro muriese sin sucesión y que alguna parte de los bienes del rescate viniese á ella; pero hasta esta duda, que si bien delgada y sutil, la mortificaba, se disipó del todo. Nicolasa, ó mejor dicho, la señora Doña Nicolasa Lobo de Solís, esposa legítima de D. Casimiro, dió á luz un robusto infante.

Figúrate que por amor se casa pobre...; la dotas; o que se casa contigo...; la dotas también; o que se muere...; la heredas, quedándote tranquilamente con mi legado, que legalmente será tuyo. ¿Y si muriese yo? Se lo dejas a ella. Y si nada necesita, tuya será entonces, sin condiciones, la herencia. Por Dios, señor, yo creo que jamás un testamento se ha hecho así, de tan extraña manera....