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Aquello fue para él una revelación, antes ni en sueños presentida. El pasmo, el embeleso, la sorpresa inefable y beatífica que todo, todo, todo le causaba, inundaron mi alma de satisfacción y de orgullo. Yo fui mil y mil veces más dichosa de su dicha que de la mía.

Y el sacerdote, falto de apoyo, viendo la hostilidad por todos lados, dejaba para el día siguiente las resoluciones enérgicas, riñendo a su sobrina cuando ésta le echaba en cara su debilidad. El canónigo Obrero, de quien impetraba socorro, no quería turbar la calma beatífica de su existencia mezclándose en la rebelión de la gente menuda.

Bismarck era de oficio delantero de diligencia, era de la tralla, según en Vetusta se llamaba a los de su condición; pero sus aficiones le llevaban a los campanarios; y por delegación de Celedonio, hombre de iglesia, acólito en funciones de campanero, aunque tampoco en propiedad, el ilustre diplomático de la tralla disfrutaba algunos días la honra de despertar al venerando cabildo de su beatífica siesta, convocándole a los rezos y cánticos de su peculiar incumbencia.

Pero los Sarracenos, obcecados como los Judíos, palpaban la miseria de los malos Cristianos y no veian las resplandecientes virtudes de los buenos. Mahoma en su vision beatífica, ó viaje á los siete cielos, describe la casa de la Adoracion como construida de jacintos rojos y cercada de lámparas que alumbran eternamente.

Pero, si bien se mira, yo no he conocido el amor, como este no sea una combinación de amistad, aprecio, deseo de agradar y de embelesar, y empeño vanidoso en mostrar a quien se aprecia y a quien se profesa cierto cariño, todo el valer, toda la lozanía y toda la potencia deleitable y beatífica de la propia persona. Pero esto no es el verdadero amor.

La solemnidad beatífica con que encubre su nulidad, sus manos cuidadas de ocioso, sus pretensiones de resolver las cuestiones de etiqueta diplomática, porque fue en otro tiempo simple agregado a la legación de Berna, y hasta ese pueril conocimiento de las genealogías aristocráticas que le permite jugar con los grandes nombres como un chicuelo con las tabas, todo ese conjunto de necedades divierte a Lacante y completa el decorado.

Ya de tu hermosa Luz clara y rica El bello resplandor miras seguro En la que alma tuya beatifica: Y arrimada tu yedra al fuerte muro De la inmortalidad, no estimas quanto Mora en las sombras deste mundo escuro.

O el entendimiento humano puede ver lo absoluto de tal manera que con una intuicion simple descubra todo lo que en él se encierra, todo lo que es y puede ser bajo todas las formas posibles, ó está condenado á seguir el desarrollo de lo incondicional, absoluto y permanente, al través de sus formas condicionales, relativas y variables: lo primero, que es una especie de plagio ridículo del dogma de la vision beatífica, es un absurdo tan palpable tratándose del entendimiento en su estado actual, que no merece ni refutacion ni contestacion; lo secundo sujeta al entendimiento si todas las fatigas de la observacion, destruyendo de un golpe las ilusiones que se le habian hecho concebir prometiéndole la ciencia trascendental.

Aquellos ojos decían a todo el que los miraba: «Soy la expresión de esa España dormida, beatífica, que se goza en ser juguete de los sucesos y en nada se mete con tal que la dejen comer tranquila; que no anda, que nada espera y vive de la ilusión del presente mirando al cielo, con una vara florecida en la mano; que se somete a todo el que la quiero mandar, venga de donde viniere, y profesa el socialismo manso; que no entiende de ideas, ni de acción, ni de nada que no sea soñar y digerir».

Ya hemos hecho las paces. Como de lejos mamá no podía ver su palidez ni la ridícula mueca que él pretendía ser beatífica sonrisa, todo fué bien. ¿No le pegaste, no? insistió aún mamá. No. ¡Si fué una broma! Mamá entró de nuevo. ¡Broma! Broma comenzaba a ser la mía para el padrastrillo.