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Esto era claro como la luz. Pero a ratos, meditando, pensando en su delito, en su doble delito, en la muerte de Quintanar sobre todo, al remordimiento, que era una cosa sólida en la conciencia, un mal palpable, una desesperación definida, evidente, se mezclaba, como una niebla que pasa delante de un cuerpo, un vago terror más temible que el infierno, el terror de la locura, la aprensión de perder el juicio; Ana dejaba de ver tan claro su crimen; no sabía quién, discutía dentro de ella, inventaba sofismas sin contestación, que no aliviaban el dolor del remordimiento, pero hacían dudar de todo, de que hubiera justicia, crímenes, piedad, Dios, lógica, alma.... Ana. «No, no hay nada, decía aquel tormento del cerebro; no hay más que un juego de dolores, un choque de contrasentidos que pueden hacer que padezcas infinitamente; no hay razón para que tenga límites esta tortura del espíritu, que duda de todo, de mismo también, pero no del dolor que es lo único que llega al que dentro de ti siente, que no se sabe cómo es ni lo que es, pero que padece, pues padeces».

No hay trabajo que le arredre, ni contrariedad que apague su fe: la fortuna está sonriéndole detrás de sus desdichas, y la ve tan clara y tan palpable entonces, como la vió de niño, cuando, soñando sus ricos dones, se columpiaba en las altas ramas del nogal que asombraba su paterna choza.

Asentados estos principios, se sigue que todo lo positivo de la extension se halla en Dios, sin que sea ni figurado, ni capaz de movimiento, ni divisible, ni impenetrable, ni palpable, ni mensurable

Ir á casa del padrino representaba para él un placer más intenso y palpable que los juegos solitarios del desván. El abogado don Carmelo Labarta se mostraba ante sus ojos como la personificación de la vida ideal, de la gloria de la poesía. El notario hablaba de él con entusiasmo, compadeciéndole al mismo tiempo. ¡Ese don Carmelo!... El primer civilista de nuestra época.

Si la experiencia no lo hiciese palpable, la razon bastaria á demostrarlo. El corazon no piensa ni juzga, no hace mas que sentir; pero el sentimiento es un poderoso resorte que mueve el alma, y desplega y multiplica sus facultades.

Y esta pertinacia obstinada en su ruína se ha hecho tan palpable por la serie de más de diez y seis siglos, como se puede ver en las historias: y acercándonos más a nuestro intento, veamos lo que ha pasado en los nuestros.

Oiréis á cada paso una disputa acalorada en que los contrincantes manifiestan quizas ingenio nada comun: dejadlos que den cien vueltas al objeto, que se acometan y rechacen una y mil veces, como enemigos en sangrienta batalla; entónces si os quereis atravesar de mediador, y hacer palpable la sinrazon de ambos, tomad la palabra que expresa el objeto capital de la cuestion, y preguntad á cada uno, ¿qué entiende V. por esto? ¿qué sentido da V. á esta palabra?

Que antes de tener conciencia de propio, el yo no existe como objeto de su reflexion, es una verdad palpable; antes de pensarse á mismo no se piensa á mismo; ¿quién lo duda? pero la dificultad está en si el yo es algo, independientemente de su propia reflexion, ó de su objetividad para mismo; esto es, si en el yo se encuentra algo mas que el ser pensado por mismo.

Pero, después de bien mirado el caso, ¿dónde estaba el conflicto? El conflicto existe cuando el ánimo no ve salida clara para la angustia que le acongoja; pero en el caso de él no cabían dudas ni vacilaciones, porque había una puerta franca y expedita, nada más que una, una sola: la única que podía haber. ¿Cómo no vio el torpe novelista lo que tan palpable debió estar delante de sus ojos?

O purgatorio en la vida, Infierno puesto en el mundo, Mal que no tiene sigundo, Estrecho do no hay salida, Cifra de quanto dolor Se reparte en los dolores, Daño, que entre los mayores Se ha de tener por mayor, Necesidad increible, Muerte creible y palpable, Trato misero intratable, Mal visible é invisible, Toque, que nuestra conciencia Descubre si es valerosa, Pobre vida trabajosa, Retrato de penitencia!