United States or Gibraltar ? Vote for the TOP Country of the Week !


Está usted equivocado. que le aprecia mucho... Cuando se habla de usted.... ¡uf! le pone por las nubes... ¡, para tenerme más lejos aún! repuso con sonrisa melancólica. Paca insistió.

Ha llegado a la edad en que los hombres se retiran del sitio grande o pequeño que hayan ocupado, y se convierten en simples espectadores que observan con indiferencia la comedia que en el mundo se representa; entonces, son los libros su distracción, su recreo; constituyen, en fin, parte de su existencia. En los libros de historia se aprecia la vida real; en la novela el mundo imaginario.

¡Hermosos árboles! exclamó Cornelio acercándose a uno de ellos . ¡Y qué olor tan penetrante el de sus frutas! Hay aquí una fortuna dijo el Capitán . ¡Qué desgracia tener que dejarla! Los indígenas la recogerán. No la aprecian, y la abandonan; como tampoco estiman en nada el clavo, que tanto se aprecia entre nosotros. ¿Hay alguno aquí? ; mira uno, Cornelio.

La señora González celebró que ambos jóvenes fueran amigos y luego deploró que Adriana, por la hora, hubiese tenido que marcharse. Lo malo ha sido que a usted se le ocurriese venir tan tarde, añadió dirigiéndose a Muñoz y esto le sucede por andar tan perdido de aquí, donde se le aprecia y se le quiere tanto.

Su mérito personal, a pesar de su soberbia confianza en este punto, no está todavía más que en el estado de esperanzas, y yo espero que se digne revelarse. ¡Ah! miss Darling, la juventud es también un mérito que se aprecia mucho, sobre todo cuando está lejos. En una mujer, , como la belleza; pero en un hombre es cosa superflua.

Es esta verdad que el dinero no es toda la riqueza, sino una parte de la riqueza. ¿A quién ha podido nunca caber en el cerebro que no es rico cuando no tiene dinero, y tiene trigo, olivares, viñas, casas, hermosos muebles, alhajas, telas, etc.? Si todos estos objetos los reduce mentalmente a dinero, los aprecia y los tasa, encontrará que tiene una riqueza, por ejemplo, de dos millones de reales.

, decididamente algo había de extraordinario. En el modo de hablarla, escucharla y mirarla, notábase una mezcla indefinible de bondad y distinción que parecía reservada únicamente para ella. ¿Cómo ella no se había apercibido antes?... ¡Qué singularidad!... Y tanto más singular era lo que sucedía, cuanto que ella no era, no, absolutamente de aquellas a quienes aprecia un hombre semejante.

Tal es el modo de juzgar de los hombres; sin embargo, eso se aprecia, eso sirve muchas veces de regla. ¿Y por qué?... Porque tal es la opinión pública.

Salta á los ojos que seria menester renunciar á semejante tarea, y que tal preciosa labor de una cornisa, de un pedestal, de un peristilo; tal magnificencia de una torre, de una cúpula; tal osadía de un arco, de una bóveda, de una flecha, que el ojo aprecia en un instante, le costarian al pobre que solo poseyese el tacto, andar mucho á gatas y encaramarse por peligrosos andamios, y exponerse á resbalar por horrendos precipicios, y todavia sin poder lograr ni la millonésima parte de lo que con tanta facilidad y rapidez consiguieron los ojos.

Y el señor Desmaroy mira, toma a peso, aprecia y estima. Ni una sola vez habla del valor artístico del objeto designado... No... vale tanto o cuánto. Su admiración no empieza hasta los 100 pesos; hasta esa cifra hace un gesto desdeñoso. Es halagüeño para ... Si soy pesada en la misma balanza, qué ideal...