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En extremo se pasmó el Vizconde del extraordinario progreso del espíritu de Rafaela en agudeza y en profundidad, y de su corazón en elevaciones morales.

Doña Celestina, la matrona matriculada, que había venido por consejo de D. Venancio; el marido de la partera, D. Alberto, que también andaba por allí; Nepomuceno, Marta, Sebastián y hasta el campechano Minghetti, si bien este le miraba a ratos con ojos que parecían revelar cierto respeto y algo de pasmo.

Las paredes se veían adornadas con cuadros, que eran estampas de asuntos religiosos; pero con el buen gusto, inaudito, raro, casi inverosímil en un lugar de Andalucía, de que dichas estampas no fuesen malas litografías francesas, sino grabados de nuestra Calcografía, como el Pasmo de Sicilia de Rafael, el San Ildefonso y la Virgen, la Concepción, el San Bernardo y los dos medios puntos de Murillo.

Cacambo le explicaba á Candido los donayres del rey, y aunque traducidos todavía eran donayres; y de todo quanto pasmó á Candido, no fué esto lo que le dexó ménos pasmado. Un mes estuviéron en este hospicio.

¡Oh, caso portentoso! Ricardo observó, con pasmo, que al tiempo de hacerle la caricia, el rostro de María se había trocado súbitamente por el de Marta. ; eran sus ojos negros y rasgados, sus mejillas frescas y sonrosadas, sus negros cabellos cayendo en rizos por la frente.

Y en medio del pasmo de todos y de sus risas después, explicó entonces Diógenes el enigma... Mientras las cuadrillas del ajedrez bailaban, hallábase sir Roberto Beltz al lado de Diógenes, mirando con grande atención al tío Frasquito, que muy pomposo y satisfecho en su papel de rey, movíase con pausa y majestad sobre el tapiz a cuadros rojos y blancos que representaba el tablero.

Desde lo alto del cielo, la luna inmóvil dejaba caer sosegadamente sobre el paisaje la onda tibia de su luz. Fuéronse acercando las voces. El corazón de los jóvenes palpitaba fuertemente. Grande fue su pasmo y alegría cuando vieron cruzar por delante de la ventana un tropel de hombres riendo y gritando.

Un dia fué en la Grecia Que en medio á la derrota Los cantos de Tirteo Se oyeron resonar, Y revolviendo al punto Los escuadrones rotos, El lauro de victoria Supieron rescatar. Será que ya en el mundo No exista el entusiasmo, Ni acorran á la patria Los hombres de esta edad? ¡Oh, no! los corazones Sacudan ese pasmo, Y asiendo de la espada Gritemos: «¡Libertad

Hete pues que á media noche llaman á la puerta de Zadig, le despiertan, y le entregan una esquela de la reyna: dudando Zadig si es sueño, rompe el nema con trémula mano. ¡Qué pasmo no fué el suyo, ni quien puede pintar la consternacion y el horror que le sobrecogiéron, quando leyó las siguientes palabras! "Huid sin tardanza, ó van á quitaros la vida.

Pero aquí surge la contradicción. De esa misma ignorancia, de esa falta de educación, digámoslo así, y de ese cortísimo saber de los antiguos, nacen en nuestra mente el pasmo y la admiración que nos infunden sus obras. Mas que fruto de la reflexión y del estudio, nos parecen inspiradas, reveladas y divinas.