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Otro en su lugar no se habría dado por vencido en estas luchas, y hubiera inundado de coplas y de monigotes a España entera, para ofrecernos en cada disgusto un testimonio de que él era tan poeta y tan pintor como los mejores, o de que si no lo era todavía, lo iría siendo poco a poco; pero Ángel, para honra suya y tranquilidad de los españoles incautos, aprovechó las caídas para estimar el valor de lo que a él le estaba vedado, y empleó las fuerzas que otro hubiera gastado en odiar a los que eran lo que él no podía ser, en admirarlos quieta y sosegadamente, porque sabían expresar las más altas ideas con los procedimientos más sencillos.

Se le pusieron los ojos encendidos, las mejillas carmesíes. Luego se limpió sosegadamente con el pañuelo la boca y las narices, y dijo con acento campechano: Hombre, no sea usted tacaño. No se altere usted por esas miserables pesetas. Pero él no las soltó. El comerciante quiso llevarse el caballo. Tampoco pudo lograrlo. Hubo un momento de silencio.

No me diga usted que no. Yo no tengo ideas políticas aseveró Julián sosegadamente; y de pronto, como recordando, añadió: ¿Y no sería bien dar una vuelta a ver cómo lo pasa la señorita? ¡Pchs!... No hago por ahora gran falta allá, pero voy a ver. Que no se lleven la botella del ron, ¿eh? Hasta dentro de un instante.

La vida de don Gaspar deslizóse tranquila y sosegadamente en la ciudad de Sevilla que le vió nacer, consagrado al ejercicio de su ministerio, y rindiendo fervoroso culto á la memoria de su padre, cuyo nombre había de ser honra y gloria de España.

Desde lo alto del cielo, la luna inmóvil dejaba caer sosegadamente sobre el paisaje la onda tibia de su luz. Fuéronse acercando las voces. El corazón de los jóvenes palpitaba fuertemente. Grande fue su pasmo y alegría cuando vieron cruzar por delante de la ventana un tropel de hombres riendo y gritando.

Me repuse, sin embargo, al verla más dueña de misma y le hablé lo más sosegadamente que pude de la alarma que me había dado Oliverio. Cuando pronuncié ese nombre me interrumpió. ¿Vendrá? dijo. No lo creo repliqué. Por lo menos en unos cuantos días. Hizo un gesto de desanimación absoluta y los tres caímos en el más penoso silencio.

Junto á los criminales y depravados había hallado también hombres de corazón valiente, amigos cordiales, un noble jefe cien veces más útil á su país y á sus compatriotas que el virtuoso abad de Berguén, cuya vida transcurría olvidada y monótona de año en año, en un círculo mezquino, rodeado de aquellos monjes que rezaban, comían y trabajaban sosegadamente, aislados del resto de los mortales y como si en el mundo no hubiera más habitantes que ellos ni más horizontes que el de los terrenos de la abadía.

Algo había traslucido de la mala situación económica en que Moreno se hallaba; pero viéndole tomar café muy sosegadamente todas las noches y vestir con relativa elegancia, aunque siempre sucio y desaliñado, no podía sospechar que su estado llegase a tal extremo de necesidad. En la tertulia del Siglo muy poco o nada se sabía de sus medios de vivir.

¡Puede darse una infamia semejante! exclamó Stein, dejando caer la carta al suelo . Mi pobre María tiene envidiosos, y sin duda son mujeres de teatro. ¡Pobre María!, enferma y quizá durmiendo ahora sosegadamente. Pero veamos si su sueño es tranquilo. Anoche no estaba bien. Tenía el pulso agitado y la voz tomada. ¡Hay tantas pulmonías ahora en Madrid!

Giró sobre los talones y salió con paso firme de la estancia. Al encontrarse en la calle se detuvo; sacó la petaca, volvió á picar un cigarro, lo encendió y prosiguió su camino sosegadamente como un vecino que sale á respirar el fresco. Era la calma del hombre á quien acaban de hacer una operación dolorosa y se encuentra de repente sin fuerzas y sin dolores, en abatimiento feliz.