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¡Hola, mon petit! dijo Simón acercándosele. Hete ya escudero hecho y derecho y en camino de calzarte muy pronto la espuela de oro, mientras que yo soy y seré sargento instructor de arqueros y nada más. Apenas me atrevo á seguir hablándote con la misma franqueza que cuando trincábamos en los mesones de nuestra tierra.

Mas hete aquí que a lo mejor nuestro mancebo comienza a estar serio y taciturno delante de ella, y a clavarle a hurtadillas unos ojazos que daban susto.

Pensaba en la encantadora Catalina Glover, en el noble Enrique Smith, de quien me había enamorado, provisionalmente, y hete aquí, que sin el menor preámbulo estallé en sollozos. ¡Dios mío! exclamó el cura levantándose rápidamente. ¡Querida Reinita, mi buena hijita! No le hagáis caso está enojada porque no la hemos llevado a C *.

Hete dicho esto, porque de la primera encina o roble que se me depare pienso desgajar otro tronco tal y tan bueno como aquél, que me imagino y pienso hacer con él tales hazañas, que te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a vellas y a ser testigo de cosas que apenas podrán ser creídas.

No dije nada, porque su padre estaba allí y lo permitía... Pero hete aquí que esta mañana pide ir a paseo, y en cuanto estamos fuera me dice muy amablemente: «Querida doña Polidora, quisiera ir hacia la Celle-Saint-Cloud, a ver la madre de los dos niños que vinieron ayer; está enferma, tiene muchos hijos, carece de recursos, y qué yo cuántas cosas másParecía al oiría, que no había otras miserias en la tierra... «¿Cómo se llamale dije. «La Briffarde; vive en el campo Quemado... Vamos allá, ¿verdad? ¿Quiere usted, mi querida doña PolidoraPorque es mimosa como ninguna, la chiquilla.

Por desgracia se trata de una obra sin principios: que los aplicados en su ejecución han sido caprichosos, y si bien el arco se mantiene sin desprenderse, como no puede hallarse en la ciencia una regla que manifieste la causa de este procedimiento, ó mejor diré fenómeno, no es la opinión del que suscribe, sino de toda la ciencia junta la que lo condena.» A cuyo informe, donosamente dice un cronista de la orden del constructor. «Hete aquí un puente, tan asaz atrevido, que á pesar de estar condenado por toda la ciencia junta, tiene la desfachatez de mantenerse firme, de sufrir temblores como los del 16 de Setiembre de 1852 y el 3 de Junio de 1863 sin resentirse; fuertes avenidas como las que se desprenden del gran monte Banajao, sin descimbrarse, estando dispuesto y con pensamientos quizás de decir después de algunos siglos: yo fuí construido por un fraile franciscano sin principios.

Hete aquí un animal muy distinto del otro, dixo el enano de Saturno; y el Sirio puso el pretenso animal en la palma de la mano.

Estaba avezado a no pensar en el suelo, y hete aquí que de repente se hunde. Para conocer las cosas es preciso averiguar antes si podemos conocerlas. Y el resultado que iba deduciendo de la lectura es que de las cosas no podemos conocer más que la apariencia. Nuestros conocimientos no son, en último término, más que percepciones; las percepciones, impresiones, modificaciones de nuestro propio ser.

Mas hete aquí que, apenas lo hubo efectuado, saltó hecha un basilisco Micaela, la más irascible de las cuatro nereidas que nadaban en las profundidades de la morada del Jubilado: ¡Qué desvergüenza!... Esos no son juegos decentes, sino suciedades... No me extraña de Núñez, porque los hombres ¿a qué están?

Hete pues que á media noche llaman á la puerta de Zadig, le despiertan, y le entregan una esquela de la reyna: dudando Zadig si es sueño, rompe el nema con trémula mano. ¡Qué pasmo no fué el suyo, ni quien puede pintar la consternacion y el horror que le sobrecogiéron, quando leyó las siguientes palabras! "Huid sin tardanza, ó van á quitaros la vida.