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Cuando el portero vió salir no menos que á su señoría ilustrísima el inquisidor general fray Luis de Aliaga, de noche, á tal hora y con tal prisa, y á pie con un hombre que había entrado en el convento trayendo órdenes del rey, no pudo menos de maravillarse y santiguarse porque aquello era verdaderamente extraordinario.
Tomó el amado director agua bendita, y después de santiguarse, subió, radiante de alegría evangélica, las gradas de la plataforma; se frotó las manos y a una niña de ocho años que encontró de pie al paso, la sujetó suavemente; y mientras él miraba a la bóveda y mordía el labio inferior, oprimía contra su cuerpo la cabeza rubia, y entre los dedos de la mano estrujaba, sin lastimarla, una oreja rosada.
¿Pues le parece a usted poco? llamar mamarracho a una nazarena... La Marquesa encogió los hombros y volvió a santiguarse. Obdulia tenía la boca seca y los ojos inflamados. Sentía una inmensa curiosidad y cierta envidia vaga...
Entonces la encargada de vestir y desnudar cómicas, según los casos, no pudo reprimir una exclamación de sorpresa y, haciendo ademán de santiguarse, dijo: ¡Bendito sea Dios! ¡Ay, señorita; mujeres hermosas tengo vistas, pero como usted, ninguna! Cristeta se sintió halagada y su pudor murió a manos de su vanidad.
Llegó Sancho, y, como vio el rostro del bachiller Carrasco, comenzó a hacerse mil cruces y a santiguarse otras tantas.
Topé en un paraje una compañía de farsantes que iban a Toledo. Llevaban tres carros, y quiso Dios que entre los compañeros iba uno que lo había sido mío del estudio en Alcalá, y había renegado y metídose al oficio. Díjele lo que me importaba ir allá y salir de la Corte; y apenas el hombre me conocía con la cuchillada, y no hacía sino santiguarse de mi per signum crucis.
Después de santiguarse, y en chanclas y envuelto en el capote, se dirigió al jardinillo; y el corazón le dio tan gran vuelco que casi se le escapa por la boca junto con el taco redondo que lanzó. ¡Canario! ¡Me han robado! Y cayó al suelo presa de un accidente. En efecto, había desaparecido una de las tres estacas.
Yo me estaba hablando con el repostero, y los otros dos, que eran sus amigos, estaban en gran conversación con él. Preguntóles, según se echó de ver después, mi nombre, y ellos dijeron: -Don Filipe Tristán, un caballero muy honrado y rico. Veíale yo santiguarse.
Grandes pruebas de agilidad y equilibrio tuvo sin duda que realizar el escalador hasta encaramarse sobre la cornisa, y el cristiano que lo hubiese contemplado habría tenido que santiguarse tomándolo por el enemigo malo o por duende cuando menos.
Los ojos de Tomás brillaron de alegría; pero con el dominio que ejercen los paisanos sobre sus emociones, comenzó a santiguarse con cierta sorpresa burlona. ¡Mal año para tí, demonio!... ¡mal año para tí!... ¡Nunca pensara!... ¿Qué diablo de mosca te ha picado? Pues me ha picado tu hija Rosa. ¡Ya me lo olía yo!
Palabra del Dia
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