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El viajero que ignora ciertos pormenores de la industria, llega á Lyon con el propósito de ir á maravillarse considerando las grandes fabricas de donde salen las ricas sederías, y que hacen trabajar á 80,000 obreros de uno y otro sexo. ¡Pero cuánta es la sorpresa al ver que semejantes fábricas no existen, y que tan enorme produccion salida de Lyon no es el fruto sino de operaciones de detall, de pequeñísimas empresas y de esfuerzos aislados y pacientes, en que el gusto y la inteligencia del obrero hacen mucho mas que la mecánica!

Y tal vez por no encontrar partido mejor ha apechugado con el boticario don Policarpo, el cual, bien es feo, es inteligente y tan gracioso que nadie debe maravillarse de que seduzca y enamore con su labia a una mujer de talento.

Y sin callarme esta opinión mía, y mostrándome entonces tan poco creyente como mi amigo, afirmaba yo, que así en las obras de ambos Luises, como en las de Santa Teresa, aun renegando de toda religión positiva, aun no creyendo en lo sobrenatural, hay todavía mucho que aprender, y no poco de que maravillarse, y que, si no fuese por esto, el lenguaje y el estilo no valdrían nada, pues no se conciben sin pensamientos elevados y contenido sustancial, y sin sentir conforme al nuestro, esto es, humano y propio y vivo siempre en todas las edades y en todas las civilizaciones, mientras nuestro ser y condición natural duren y persistan.

-No hay de qué maravillarse deso -respondió Sancho-, siendo él tan buen caballero andante; de lo que yo me maravillo es de que mi jumento haya quedado libre y sin costas donde nosotros salimos sin costillas.

«Es de maravillarse decía que, siendo aquí vieja costumbre atormentar a los nuevos con las más crueles invenciones, así que yo penetré en el claustro, mirando a todos muy ásperamente, la mano puesta en la guarnición de la espada y haciendo arrastrar a lo bravo la rodajilla, no hubo ninguno que osara menearse. No de qué suerte; pero todos conocen mi hazaña con los moriscos.

Los viajeros y turistas que visitan Buenos Aires con propósito de estudiar nuestra sociedad y nuestras costumbres suelen maravillarse de lo general que es aquí la belleza femenina. Llámales igualmente la atención la extraordinaria variedad en la hermosura. No existe, como en Europa, la uniformidad de tipo: rubias en el Norte, morenas en el Sur.

Yo mismo, que después de haber creído, había caído nuevamente en la duda, vuelvo finalmente a la fe que ella me inspiró. Es cierto; y usted tuvo razón al maravillarse un día de mi aversión hacia él. Nuestras naturalezas eran diversas, pero ambos estábamos de acuerdo en la desesperanza de la vida. Ambos veíamos en el mundo un mecanismo inconsciente, un vago fuego de fuerzas ciegas y desbordantes.

Pide de comer dijo Van-Stael . No somos fondistas, señor salvaje; pero si estás en ayunas, puedes comerte esta olutaria. Tomó una de la especie llamada zapatos, y se la arrojó al australiano, que la pilló al vuelo, llevándosela ávidamente a la boca. ¡Qué apetito! exclamó Hans. No hay que maravillarse, sobrino mío.

Sus conmisioneros hablan de él con singular estima, y no le ponen otra falta que de muy intrépido en los peligros y riesgos, cuando había de llevar la ley divina entre los bárbaros é infieles; y he oído á un Superior suyo que no acababa de maravillarse cómo siendo de complexión delicada, y enfermizo, podía tolerar tantas fatigas y tener tanto aliento y vigor cuando emprendía algún negocio del servicio de Dios, á que se añade que trabajaba en un clima muy destemplado, poco sano á los naturales y mucho menos á los forasteros.

Cuando el portero vió salir no menos que á su señoría ilustrísima el inquisidor general fray Luis de Aliaga, de noche, á tal hora y con tal prisa, y á pie con un hombre que había entrado en el convento trayendo órdenes del rey, no pudo menos de maravillarse y santiguarse porque aquello era verdaderamente extraordinario.