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El perro, más exaltado o con menos miedo al ridículo, se lanzó a la calle expresando su entusiasmo por medio de ladridos y saltos prodigiosos, ahora parándose bajo el chorro y dejándose bañar, ahora brincando sobre él, ahora dando un millón de volteretas y haciendo cómicas contorsiones, sin cesar nunca de exhalar el frenesí de su entusiasmo en ladridos más o menos correctos e inspirados, que de esto no entiendo.

Pero, ¡quiá!: los alzados no detienen nada, y todas las peripecias de mi viaje desde la siempre fiel á la siempre rebelde se redujeron á tres ó cuatro momentos de pánico, pronto disipado, y á una serie que parecía interminable de escenas cómicas, la primera de las cuales se desarrolló en Villanueva y la última en la estación de esta ciudad.

Naturalmente se hubo de sentir en España la falta de dramas más perfectos que las improvisadas farsas populares, desde que las primeras producciones de Encina despertaron la afición á ellas, y tanto más, cuanto que, por lo que sabemos, ningún autor español pudo satisfacerla, y las compañías cómicas, como indicamos antes, prosiguieron después en aumento.

Sería la única persona de la corte que lo ignorase. Además, me parece que has tenido sobrado tiempo para decírselo. Es verdad, tía; soy culpable de ese olvido. Pero no hay que extrañarlo continuó la voz agridulce . ¿Cómo ha de gustar de mi sociedad, ni de las personas de su clase, cuando todo el mundo dice que no trata más que con cómicas? Es falso respondió con sequedad la duquesa.

De lo expuesto se puede deducir, naturalmente, que los papeles del gracioso en Tirso se distinguen de todos los demás por su riqueza; y así es, en efecto, porque este tipo dramático aventaja en sus comedias á todas las demás de la misma clase del teatro español: su carácter, sus ocurrencias, las situaciones cómicas en que los presenta, descubren una gracia incomparable, y rara vez descienden de la región de la fina burla ática á la de groseras bufonadas.

El camarero de la guitarra y otros dos colegas se esmeraban en el servicio de la mesa, porque eran los de la ópera los que venían a cenar; y... ¡colmo de la expectación!, se aguardaba también a las cómicas; vendrían la tiple, la contralto, una hermana de esta y la doncella de Serafina, que en los carteles figuraba con la categoría dudosa de otra tiple.

La comedia, que lleva el raro título de Floresta de engaños, es poco notable por el plan, pero superior en algunos rasgos aislados, componiendo una serie de escenas cómicas, llenas de astucia y travesura, aunque sin verdadera unidad dramática, puesto que el lazo, que las une, es sólo la semejanza del asunto y el nombre común á todas ellas.

Su argumento, con ligeras excepciones, está tomado de la vida y costumbres de las clases más bajas del pueblo, exponiendo situaciones cómicas, sucesos ridículos ó anécdotas jocosas. Ofrecen imágenes reales sin afectación ni idealidad poética.

Como la clasificación de las composiciones dramáticas españolas sólo tiene un valor relativo, la distinción, que puede hacerse entre las de Tirso en cómicas y serias, es también, en general, relativo, y nunca supone una separación completa de ambos elementos.

En Los baños de Argel repite el mismo argumento, que utilizó antes en El trato de Argel; en Pedro de Urdemalas vemos una especie de novela picaresca en forma dramática, una serie de situaciones cómicas bien pensadas y descritas con bastante poesía, á las cuales sólo falta la unidad de su traza y desarrollo para constituir una comedia verdadera . En la primera escena aparece el astuto Pedro de Urdemalas en hábito de mozo de labranza, después de haber ejercido todas las profesiones posibles.