United States or Netherlands ? Vote for the TOP Country of the Week !


-Vamonos de aquí-nos decía a cada paso. -Espera que podamos vestirnos decentemente y reunir unos cuartos, y nos iremos-le decía yo. Esperó, con grandes protestas. Con el primer dinero que tuve compré una chaqueta, un morral y unas botas grandes con polainas. Allen se vistió a la moda del país; Ugarte, cuando se vio con su traje nuevo, dijo que teníamos que marcharnos.

¿Qué pareja es la que sin mirar a un lado ni a otro pide un cuarto al mozo y...? Pero es preciso marcharnos, mi amigo y yo hemos concluido de comer: cierta curiosidad nos lleva a pasar por delante de la puerta entornada donde ha entrado a comer sin testigos aquel obscuro matrimonio... sin duda... Una pequeña parada que hacemos alarma a los que no quieren ser oídos, y un portazo dado con todo el amor propio de un misántropo nos advierte nuestra indiscreción y nuestra impertinencia.

Pero, ¡ay de nosotros! el monstruo no puso término á sus vueltas é inmersiones, y, atormentados por el hambre, nos hubimos de resignar á marcharnos avergonzados, no sin lanzar una mirada furiosa al tronco de pino que, impasible, continuaba dando vueltas aún. Antes de decidirse á partir, esperaba que la corriente cambiara de nivel.

Entretanto, nosotros esperábamos cándidamente que saliera del círculo fatal para verlo flotar sobre la corriente. Secretamente irritados contra él por su tardanza en continuar su viaje, nos habíamos prometido no marcharnos de allí hasta su salida para saborear con tal triunfo nuestra comida.

Los dos esposos, instalados en su lindo palacio de la calle de los Maturinos, no observaban en medio de su arrulladora conversación de recién casados, que el día avanzaba a pasos agigantados. Oye, Amaury dijo de pronto Antoñita. Tenemos que marcharnos; ya son cerca de las doce y mi tío nos aguarda. Ya no les aguarda, señorita dijo a su espalda la voz de José.

Le invité a tomar cualquier cosa; pero él me dijo que, si quería pagarle algo, prefería llevarlo a casa. Le di dos o tres pesetas y el hombre se largó corriendo. Mi aburrimiento y mi desesperación se iban fundiendo en una niebla melancólica que se apoderaba de mi cerebro. El capitán de la Vertrowen y yo estuvimos mirándonos sin hablarnos. De pronto nos decidimos a marcharnos.

Oíd, debíamos marcharnos y dejarle solo. Marenval, ¿por qué nos invitas á comer con personas que tienen conversaciones serias á los postres? preguntó la linda Lucía Pithiviers. Mira, ahí tienes á Tragomer, dijo Lorenza Margillier á Maugirón, que escuchaba impasible todos esos apóstrofes. Ahí tienes un guapo muchacho que no es fastidioso en la mesa. Solamente ha hablado para decir cosas agradables.

, marcharnos, niña querida; salvarnos, para ser el uno del otro, lejos de todo lo que no sea confianza y ternura. Pero eso, ¿no será mostrarme ingrata hacia la mujer que me ha educado y que ha sido excelente para ? Eso será mostrarte fiel al que te ama y al que habrás de amar. Y al que amo ya, Mauricio, dijo Herminia, sonriendo á través de sus lágrimas.

no cres amigo mío, Bautista. Bautista protestó. ¿Y ella sabe que estoy aquí? , lo sabe. ¿Cómo se puede verla? dijo Zalacaín. Suele bordar en el convento, cerca de la ventana, y por la tarde sale a pasear a la huerta. Bueno. Me voy. Si me ocurre algo, le diré a ese señor extranjero que vaya a avisarte. Mira a ver si puedes alquilar un coche para marcharnos de aquí. Lo veré.

¡Qué! buscar postas y marcharnos á Barcelona; embarcarnos allí y plantarnos en Nápoles. ¿Tenéis miedo? Os confieso que estoy asustado. ¿Por lo de don Rodrigo...? No, por lo de la corte... cosas se están preparando... cosas inevitables... sería necesario ser un Dios. Pues yo no me voy, á no ser que se viniera conmigo doña Clara.