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En cuanto al Misántropo, ya es otra cosa. Para él se ha servido de moldes blandos, estropeados, indescifrables.

Julio perecía siempre un niño colérico y misántropo que había sentado plaza de enfermo incurable, y Narcisa pasaba por discreta y, altiva, mediante la solemnidad de su empaque y el orgullo con que se amigaba sin intimidad y con reservas sólo con dos o tres señoritas de las ilustres familias comarcanas.... Habían pasado años de terrible escasez en la casona.

Entonces pasó una cosa singular: cuando la sastra se acercaba á la puerta, Batilo, el perro misántropo, que en aquella mansión había olvidado los hábitos propios de su raza, corrió tras ella, se agitó convulsivamente como quien hace un gran esfuerzo, y ladró, ladró como un mastín ante un salteador; persiguió á la mujer dando agudos aullidos, y hasta llegó á pillarle entre sus inofensivos dientes el traje y el mantón.

El Gaucho Malo: éste es un tipo de ciertas localidades, un outlaw, un squatter, un misántropo particular. Es el Ojo del Alcón, el Trampero de Cooper, con toda su ciencia del desierto, con toda su aversión a las poblaciones de los blancos, pero sin su moral natural y sin sus conexiones con los salvajes. Llámanle el Gaucho Malo, sin que este epíteto le desfavorezca del todo.

No parece sino que el gran Misántropo presintió la ruina del imperio de Carlos V, y levantó un padrón mortuorio en conmemoración de la grandeza de España. En adelante los Carlos de Austria se llamarían Carlos II, los Felipes, Felipe IV, et sic de cæteris. Pasé por Olmedo, donde hace cuatro siglos se dieron dos batallas, la una en 1445, la otra en 1466.

Era imposible vivir con aquel hombre misántropo y cruel, melancólico y feroz como un fanático musulmán. ¡Cuán contrarias las ideas de uno y otro! ¿Qué podía hacer? ¿Fingir y ser hipócrita? ¿Aparentar un amor á la tiranía que le parecía criminal? "No: eso no puede ser", pensaba Lázaro. Además, en la agitación actual de los partidos, fingir semejantes ideas era peor que profesarlas.

Y, cosa rara en personas que han padecido mucho en la mocedad, no se tornó misántropo, ni egoísta, ni se le agrió el carácter. Era, en cierto modo, desconfiado y receloso, digamos mejor, cauto. Difícilmente le engañaban.

Estando en aquella provincia, pasamos por amarguísimas penas á consecuencia de pérdidas de seres queridos ausentes, y seríamos harto ingratos si no recordáramos á Aramburo y á su bella y distinguida señora é hijas; á toda la colonia que forman la casa comercial de los Muñozes, al chispeante al par que misántropo Avila, al decidor Carrascoso, tan olvidado de la política que le llevó á aquellas tierras, como ingrata fué con él, al cáustico José María, al servicial Rufino, al inteligente Pasiano, y á tantos amigos y amigas á quienes mandamos en estas páginas un profundo recuerdo de gratitud.

Eminentes han existido algunos que, en mi sentir, sólo han logrado personificar las virtudes o los vicios, producir tipos o símbolos con habla y figura humana: el hipócrita, el avaro o el misántropo; pero la fuerza creadora para no limitarse a la abstracción, a la generalización, a un concepto destilado y extraído de lo real por medio del discurso, y vestido luego de cuerpo por la fantasía, y para producir individuos verdaderos, definidos, determinados, complejos en su carácter y condiciones, como son todas las criaturas humanas, y con más vida y más perfecta vida que la vida que da naturaleza: este don, este arte, pocos le han tenido como Shakspeare.

Al pensar esto, el propósito de condenarse a oscuridad perpetua triunfaba en su ánimo de una manera completa. Pero esta oscuridad sin familia y sin afectos era el cenobitismo más triste que puede imaginarse. Y aquí, en esta lóbrega caverna sin salida, terminaban las excursiones mentales del misántropo. Pero la salida no era absolutamente imposible.