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Del vasto teatro les llegaba el eco prolongado de un canto, seguido de aplausos que morían en un súbito silencio. Y estos intermitentes rumores de la invisible multitud que palpitaba tan cerca de ellos, contribuían a darles la sensación de hallarse circundados por una suave y amorosa quietud. Adriana escuchaba a Julio con abandono. Le parecía que sólo un tenue velo de dulzura separaba sus almas.

Algunas damas encontradas en sus viajes contribuían, sin saberlo, á aumentar su preocupación: Usted, que es americana, ¿ha visto alguna vez personalmente á Lionel Gould?... Una noche, Mina se convenció de que su acompañante era una vieja estúpida.

Quizá alguna vez tocara su turno al amor ardiente y apasionado, pero nunca al humilde y mudo que se resigna a morir ignorado. Llevaba en la cabeza un sombrero apuntado, de color rojo, con pequeño y claro velo, rojo también, que le llegaba solamente a los labios Los reflejos de este velo contribuían a dar al rostro el matiz extraño que impresionaba a los que a su lado cruzaban.

Las flores perfumaban el ambiente y contribuían a realzar la gracia y el esplendor de esta escena de ricos muebles que la adornaban, y sobre todo las lindas sevillanas, cuyos animados y alegres diálogos competían con el blando susurro de las fuentes. En una noche, hacia fines del mes, había gran concurrencia en casa de la joven, linda y elegante condesa de Algar.

Además, había que satisfacer las exigencias del hambre, y Silas, en su soledad, tenía que proporcionarse su desayuno, su almuerzo, y su comida, ir a buscar agua al pozo y poner la olla sobre el fuego. Todas esas necesidades imperiosas, junto con el trabajo en el telar, contribuían a reducir su vida a la actividad ciega de un insecto tejedor.

Contribuían á robustecerla el telegrama hace poco recibido y la voluntad decidida que había manifestado Simoun desde un principio de no ser tratado por el médico de la cabecera. El joyero solo aceptaba los cuidados de don Tiburcio y aun con marcada desconfianza. En este caso, se preguntaba el P. Florentino, ¿qué conducta debía él observar cuando la Guardia Civil le viniese á prender á Simoun?

Los cuidados de Eulalia contribuían a aumentar sus dolores, y cuando la joven se aproximaba a su marido con una mirada llena de ternura y de dulzura, él volvía tristemente la cabeza y la rechazaba gimiendo. Por aquel entonces la casualidad le hizo saber que Carlos, al que se había creído muy lejos, había vuelto a Salzburgo después de pasar algunas semanas en su aldea natal.

Vestía de negro y estaba sentada en un elevado sillón de cuero, mientras que todos los demás se hallaban acomodados en sillas más bajas. De suerte que D.ª Fredesvinda, que así se llamaba, parecía una reina rodeada de su corte. Y ciertamente, la pausa con que hablaba y la majestad de sus ademanes contribuían bastante a hacer la semejanza más perfecta.

Su imaginación se había transportado al pasado y al porvenir y se había entregado a conjeturas y a previsiones para comprender lo que significaba aquella paternidad revelada. Además, en las últimas palabras de Godfrey había algunas que contribuían a definir claramente aquellas previsiones.

Los vecinos del pueblo, que miraban con afición al comandante, o más bien al comendante, que era como le llamaban, y que al mismo tiempo conocían sus apuros, hacían cuanto podía para aliviarlos. No se hacía matanza en casa alguna sin que se le enviase su provisión de tocino y morcillas. En tiempo de la recolección, un labrador le enviaba trigo, otro garbanzos; otros le contribuían con su porción de miel o de aceite. Las mujeres le regalaban los frutos del corral; de modo que su beata patrona tenía siempre la despensa bien provista, gracias a la benevolencia general que inspiraba don Modesto; el cual, de índole correspondiente a su nombre, lejos de envanecerse de tantos favores, solía decir que la Providencia estaba en todas partes, pero que su cuartel general era Villamar. Bien es verdad que él sabía corresponder a tantos favores, siendo con todos por extremo servicial y complaciente. Levantábase con el sol, y lo primero que hacía era ayudar a misa al cura. Una vecina le hacía un encargo, otra le pedía una carta para un hijo soldado; otra, que le cuidase los chiquillos, mientras salía a una diligencia.