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Estábamos tan preocupados, que a poco nos sorprende el crepúsculo en el bosque. Al dejar a mi Adela he querido, he osado estrecharla otra vez en mis brazos. Uno de los suyos me rechazaba débilmente, el otro me retenía... Un deslumbramiento semejante al que produciría la claridad de un meteoro ha turbado de pronto mi vista, mi cabeza se ha inclinado y mi boca se ha encontrado con su boca.

Con una mano tomaba las cartas y con otra rechazaba la tarjeta que el español le presentaba. Vuestro nombre está grabado aquí dijo el alemán poniendo la mano en el corazón . ¡Ah! No lo olvidaré en mi vida. Es el del corazón más noble, el del alma más elevada y generosa, el del mejor de los mortales. Con ese sobrescrito repuso don Carlos sonriendo , vuestras cartas podrían no llegar a mis manos.

Y como viese que el niño rechazaba la linda cajita de la Mahonesa, que no del todo satisfecho le alargaba Calixto, añadió: Tómalas, hijo... Esta para ti, y la otra para tus hermanos... ¿No tienes hermanitos?... Tengo a Lilí. Pues llévale una a Lilí.

Tanasia había llegado a decirle claramente que «por su parte, , y de aquí no intentaba pasar el de Robacío, porque sabía que el Topero le rechazaba por no ser de Tablanca y por ser pobre, dos cosas que él no podía remediar.

El que sepa los motivos de la contienda entre S. Gerónimo y Vigilancio, y lea la Disertacion de Clerico, verá que este crítico moderno no entra en ella, ni pone argumentos para probar que Vigilancio tuviese razon, y no S. Gerónimo: lo que hace es entresacar las palabras ardientes Con que el Santo Doctor, zelosísimo por la doctrina de la Iglesia, rechazaba los errores de Vigilancio, y interpretar estas palabras maliciosamente, como que tiraban á volver odioso á Vigilancio.

Desde la paliza nocturna que el capitán le propinó había crecido su afición á la zagala. Donde quiera que la tropezase nunca dejaba de mostrársela con palabras bien melosas ó con palmaditas en el rostro no menos insinuantes. Flora rechazaba las últimas con energía, pero escuchaba las primeras con benévola sonrisa.

Pero él rechazaba con indignación estos discursos, reconociendo la elocuencia acomodaticia del Tentador. En cuanto a Beatriz, no había para qué seguir pensando en ella. Lo que él buscó ya estaba conseguido. Había humillado a su rival y mostrádole que, si él lo quisiera, la hija de Blázquez Serrano sería su desposada. ¿A qué más?

Las sombras envolvían y borraban los contornos de la casa, amontonándose en lo interior de los arcos y en los huecos de sus molduras de piedra; pero no intentaban siquiera acercarse a la abertura luminosa y feliz de los balcones, que las rechazaba con espanto.

El ejemplo dado por los nobles cundió y casi todos los regimientos perdieron sus oficiales. Necesitaban grande firmeza de carácter para resistir aquella epidemia que tomó el nombre de honor. Mi padre tuvo esta firmeza y no emigró. Solamente cuando se exigió a los oficiales del ejército un juramento que rechazaba su conciencia de servidores del rey, presentó su dimisión.

En todos los hombres que se le acercaban creía reconocer a don Diego; en todas las mujeres a la señora Chermidy. Sus discursos confusos eran una mezcla de frases de cariño y de imprecaciones. A cada momento preguntaba por su hijo. Le presentaban al pequeño marqués y lo rechazaba con disgusto diciendo: «No es éste. Traedme a mi hijo mayor, al hijo de esa mujer.