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Avanzó por la estancia sobre la punta de los pies conteniendo la respiración, llegó hasta la alcoba y levantó las cortinas. Dio un paso más y chocó con la cama: puso la mano sobre ella y la deslizó hacia la cabecera. Sintió la presión del cuerpo de su esposa al hincharse con la respiración.

xvi En el entierro de la señora de Rubín contrastaba el lujo del carro fúnebre con lo corto del acompañamiento de coches, pues sólo constaba de dos o tres. En el de cabecera iba Ballester, que por no ir solo se había hecho acompañar de su amigo el crítico.

A su cabecera tiene a un hombre bien vestido, un bastón en una mano, una receta en la otra: o la tomas, o te pego. Aquí tienes la salud, parece decirle, yo sano los males, yo los conozco; observa con qué seriedad lo dice; parece que lo cree él mismo; parece perdonarle la vida que se le escapa ya al infeliz. No hay cuidado, sale diciendo; ya sube en su bombé; ¿oyes el chasquido del látigo? .

Un general del antiguo ejército, honor y gloria de la familia; santanista feroz que peleó en Tampico y en Veracruz, que se batió como un héroe en Churubusco; y que siguió a S.A.S. a las Antillas, de donde volvió desengañado, viejo, enfermo, y... pobre. Habrían colocado también, a la cabecera, el cuadrito de San Luis Gonzaga, que no quise llevarme, a pesar de las súplicas de mi tía Carmen.

Soy risueño, despreocupado y franco: vivo sin misterios y tomo la vida tal como es. Allá en mis mocedades he leído mucho; pero una sola lectura me ha aprovechado de todas las que he hecho: ahí está junto a la cabecera de la cama: Rabelais. Cuando tengas mi edad y hayas corrido el mundo, verás que tenía razón: es el único libro que ayuda a bien morir, por eso lo abominan los jesuitas.

No lo que me sucedió: sólo recuerdo que al volver en me encontré en un lecho extraño rodeado de una familia desconocida, y con un médico a la cabecera. Mi indisposición había sido un accidente pasajero. Muy pronto, a consecuencia de los auxilios que se me prodigaron, volví al uso de mis facultades. Me encontré en la trastienda de una barbería.

Iban sentándose en dos bancos colocados a lo largo de la mesa, mientras Gallardo miraba indeciso a doña Sol. Debía comer arriba, en las habitaciones de la familia. Pero la dama, riendo de esta indicación, fue a sentarse en la cabecera de la mesa. Gustábale la vida rústica, y le parecía muy interesante comer con aquellas gentes.

Dicho manuscrito lo constituye una extensa Memoria referente á la provincia de Tayabas, de cuya cabecera fué Párroco muchos años, y cuya Memoria no encuentro datos de que se haya publicado, y hasta casi puedo asegurar que el ejemplar que tengo á la vista, es el único que existe.

Tía y sobrino bajaron la escalerilla, encontrando en el patio a Pampa, que pasaba con la sopera humeante en las manos; ya don Pablo Aquiles se había sentado a la cabecera de la mesa y desdoblaba con calma la servilleta. ¿Qué es esto, caballerito? ¡cómo se hace usted esperar!

Cuando amaneció, al fin, tiritaba yo de frío... y de tristeza, sentado a la cabecera de la cama de mi tío, después de haber visto desde la solana de mi cuarto que no se presentaba el nuevo día más risueño que el anterior, y de enviar recado a Neluco para que anticipara la visita cuanto le fuera posible.