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Cuando un crítico italiano, a fin de ensalzar a Dante, igualándole a Homero, dice que la Minerva italiana salió del mismo modo de la cabeza del vate florentino, incurre en error evidente, hasta para quien mira estas cosas del modo más superficial. La Minerva italiana estaba ya nacida y harto crecida. Toda la literatura de los romanos, de Italia era y en la memoria de los hombres vivía.

En vano se opuso el joven Florentino, en vano suplicó, en vano se escusó con sus amores y provocó escándalos; sacerdote tenía que ser y á los veinticinco años sacerdote fué: el arzobispo le confirió las órdenes, la primera misa se celebró con mucha pompa, hubo tres días de festin y la madre murió contenta y satisfecha dejándole toda su fortuna.

Pero en aquella lucha recibió Florentino una herida de la que jamás se curó: semanas antes de su primera misa, la mujer que más había amado se casó con un cualquiera, de desesperacion; aquel golpe fué el más rudo que sintiera jamás; perdió su energía moral, la vida le fué pesada é insoportable.

Allí quería ver él á ciertas gentes que sólo aspiraban la poesía en el polvo de lo antiguo, negando toda sensación artística á los descubrimientos modernos. Ningún poeta había dado una impresión de grandeza como la que se experimentaba ante aquel invento industrial. El infierno imaginado por el vate florentino resultaba un juego de chicuelos.

En 1616, el Duque de Lerma había mandado al escultor florentino Pedro Tacca, que hiciese la estatua de Felipe III que esta hoy en la Plaza Mayor de Madrid; en 1632, el Conde Duque de Olivares, no queriendo ser menos adulador, le encargó la de Felipe IV para colocarla en el Retiro.

Viendo que el enfermo nada decía, el P. Florentino como absorto en un pensamiento, murmuró: ¿Dónde está la juventud que ha de consagrar sus rosadas horas, sus ilusiones y entusiasmo al bien de su patria? ¿Dónde está la que ha de verter generosa su sangre para lavar tantas vergüenzas, tantos crímenes, tanta abominacion? ¡Pura y sin mancha ha de ser la víctima para que el holocausto sea aceptable!... ¿Dónde estais, jóvenes, que habeis de encarnar en vosotros el vigor de la vida que ha huido de nuestras venas, la pureza de las ideas que se ha manchado en nuestros cerebros y el fuego del entusiasmo que se ha apagado en nuestros corazones?... ¡os esperamos, o jóvenes, venid que os esperamos!

El drama, que lleva el nombre de Quien no cae no se levanta, en cuyo primer acto se desarrolla una intriga amorosa algo libre, toma después carácter religioso. Margarita, hija de un rico florentino, ha llevado una vida licenciosa, y promovido, entre los muchos amantes á quienes ha dispensado sus favores, asesinatos y desastres mortales.

El P. Florentino no tuvo más remedio que aceptar y mandó llamar á su sobrino para enterarle de lo que sucedía y recomendarle no se acercase á la cámara mientras estuviese allí. Si te ve el Capitan, te va á invitar y abusaríamos de su bondad. ¡Cosas de mi tío! pensaba Isagani; todo es para que no tenga motivos de hablar con doña Victorina.

La confesion fué larga y pesada, pero durante ella el confesor no volvió á dar ningun signo de espanto y pocas veces interrumpió al enfermo. Era ya de noche cuando el P. Florentino, enjugándose el sudor de rostro, se irguió y se puso á meditar. Reinaba en la habitacion oscuridad misteriosa, que los rayos de la luna, entrando por la ventana, llenaba de luces vagas y reflejos vaporosos.

Ich weiss nicht was soll es bedeuten Dass ich so traurig bin! Cuando el P. Florentino saludó á la pequeña sociedad ya no reinaba el mal humor de las pasadas discusiones.