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¡Ay, hija mía! dijo Silas, siempre dispuesto a hablar cuando tenía su pipa en la mano, causándole evidentemente más placer el dejar de fumar que el arrojar bocanadas , no estaría bien que dejáramos sin cercar la mata de retama. A mi entender, no hay cosa más bonita cuando está cubierta de flores amarillas. Lo que hay es que me pregunto cómo haremos para tener una cerca.

Se podría suponer que el señor Macey, sentado muy lejos del aparecido, gozaba con el triunfo de sus argumentos, triunfos que debían tender a neutralizar su parte en la alarma general. ¿No había dicho siempre que cada vez que Silas Marner tenía un extraño éxtasis, su alma se libraba de su cuerpo? La prueba estaba allí.

Eso podría parecer singular, en efecto, si no supiéramos que las creencias humanas, lo mismo que todos los desarrollos naturales, escapan a los límites de los sistemas. Godfrey había designado primero a Eppie, que entonces tenía unos doce años, como una criatura que les convendría adoptar. No se le había ocurrido nunca que Silas preferiría perder la vida a separarse de su hija.

Por lo tanto, aquel mal golpe le había sido hecho a Marner por alguien a quien en balde perseguiría el constable. Qué motivo habría tenido el ladrón sobrenatural para verse obligado necesariamente a esperar que Silas se olvidara de cerrar la puerta con llave, no se le ocurrió a nadie.

Esta larga exhortación de todos, que le había costado un extraordinario esfuerzo de palabras, fue pronunciada con el tono dulce y persuasivo con que se trata de conseguir que un enfermo tome su medicina o una taza de caldo que le inspirara repugnancia. Hasta entonces Silas no había sufrido presión tan directamente a propósito de su ausencia de la iglesia.

14 Pero luego los hermanos enviaron a Pablo que fuese hacia el mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí. 15 Y los que habían tomado a cargo a Pablo, le llevaron hasta Atenas; y tomando orden de él para Silas y Timoteo, que viniesen a él lo más presto que pudiesen, partieron.

Se decía que los hombres son siempre así, hágase lo que se haga, y ante sus ojos las personas del sexo fuerte eran criaturas que al cielo le había placido hacerlas naturalmente fastidiosas, como los gansos y los pavos. Aquella mujer buena y caritativa no podía dejar de sentirse fuertemente atraída por Silas Marner, ahora que lo veía bajo un aspecto de una persona que sufre.

La puerta estaba abierta y ella entró pasando por la nieve, como un petirrojo muerto de frío y de hambre. ¿No me dijisteis que la puerta estaba abierta? dijo Silas con aire pensativo , ; la puerta estaba abierta. El dinero se me fue no dónde, y esta niña me vino no cómo. Marner no le había dicho a nadie que ignoraba cómo había entrado la niña.

Hagáis lo que hagáis, esos animales siempre mordisquean y roen; y lo mordisquean y lo roen todo, hasta la cofia del domingo, si está colgada a su alcance. Para ellos tanto da, que Dios los ayude. Es la dentición lo que los pone así, eso es. De modo que Eppie fue criada sin castigos, soportando en cambio el peso de sus fechorías su padre Silas.

¡Ah! qué forzuda sois, ¿eh? repuso Silas, mientras que Eppie, a quien los brazos le dolían, los sacudía riendo . Vamos, vamos, no volváis a alzar piedras y venid a sentaros conmigo junto al barranco. Podríais lastimaros, hija mía. Necesitaríais de alguien que trabajara por vos, y mi brazo no es ya bastante vigoroso.