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Soportando su agonía, Ayela, terrible, fuerte, con la incontrastable muerte pugnaba en lucha bravía; su palabra se perdia oscura, ronca é incierta, y muy pronto helada, yerta, dejando á Ataide perdido en un misterio, un gemido de dolor la dejó muerta. Representar la amargura es de Ataide empeño vano; no tiene el lenguaje humano voz para tal desventura.

Pero todo esto no conviene ahora a mi propósito. Cuando yo le conocí pasaba ya de los sesenta este varón extraordinario. Había vivido veinte años en la misma casa de huéspedes, aquella en donde yo di con él, y otros veinticinco en otras muchas casas de huéspedes. Es decir, que se había pasado la vida en casas de huéspedes. La tal casa, en donde al Destino plugo juntarnos pasajeramente, era repugnante de todo punto. Pasé allí sólo dos meses, y eso porque la simpatía y deleitoso magisterio de don Amaranto me persuadieron a dilatar mi estada. Su irónica pedantería y pintoresca erudición me encantaban; pero lo que más me movía a venerar a don Amaranto era el hecho de que hubiera permanecido tantos años en semejante alojamiento, soportando como si tal cosa, sin perder de romana en lo físico ni la ecuanimidad interior, privaciones, entrometimientos, escándalos, desaliños, ponzoñas; en suma, un trato miserable y homicida. Y es que había profesado pertenecer a las casas de huéspedes, como a una orden religiosa, y hecho voto de pupilaje perpetuo.

?Y no cambiarias con gusto tu suerte por la mia? No, amigo mio, yo no querria hacer un cambio tan funesto paro ti, y no lo haria con ningun otro viviente. Solo, puedo resistir a mis angustias, solo, puedo vivir soportando lo que los otros hombres no podrian conocer, ni aun en suenos, sin perder la vida.

Dejar ignorado que Pierrepont lo conocía hubiese sido ilusoria presunción, porque Elisa no podía esperar que el marqués se condenase en lo sucesivo a la misma reserva que observara en el pasado, siendo imposible suponer tampoco que consintiese ahora en continuar soportando el desprecio de Beatriz sin intentar ante ella una justificación de su pasada conducta, aunque no fuese más que de aquella observada la noche anterior en el palco del teatro Francés.

»No obstante su respeto por aquella recomendación sagrada, y sobre todo su timidez natural, aumentada aún por el carácter despótico e impetuoso de aquel hombre, la imponían una especie de sumisión, soportando pacientemente sus impertinencias y disimulando en parte la aversión que le inspiraba.

2 con toda humildad y mansedumbre, con tolerancia, soportando los unos a los otros en caridad; 3 solícitos a guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. 4 Hay un cuerpo, y un espíritu; como sois también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un Señor, una fe, un bautismo,

Hagáis lo que hagáis, esos animales siempre mordisquean y roen; y lo mordisquean y lo roen todo, hasta la cofia del domingo, si está colgada a su alcance. Para ellos tanto da, que Dios los ayude. Es la dentición lo que los pone así, eso es. De modo que Eppie fue criada sin castigos, soportando en cambio el peso de sus fechorías su padre Silas.

Y, sin embargo, no hay más remedio dijo la campesina , o someteros a la odiosa necesidad o ser despedida de Orsdael, dejando a vuestra hija entregada a sus verdugos. La viuda estaba soportando dolores indecibles; su rostro se había puesto de una palidez mortal, sus manos temblaban de fiebre, los estremecimientos nerviosos recorrían todo su cuerpo.

Por último, el rio desciende por un cauce rocalloso y tortuoso, limpio y cristalino, y soportando en sus ondas algunas barcas y numerosas balsas de maderas. Heidelberg, como ciudad, no tiene ninguna otra particularidad artística que una casa antiquísima de los mas raros pormenores y formas, resto de la época feudal, que los excursionistas admiran siempre.

Al verla llegar, al cabo, con su vestidito gris, soportando gallardamente las dos existencias en que su ser se partía, una emoción intensa hizo palpitar su corazón. Corrió hacia ella y se apretaron las manos y se miraron a los ojos con embeleso. Luego, cogiéndose del brazo, entraron en el Retiro, y pasearon charlando bajo los árboles.