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De sus labios estaría pendiente el Congreso entero, unas veces convencido, otras veces indignado; pero siempre bajo la influencia poderosa de aquel chorreo de elocuencia. ¡Inútil afán el suyo! Cuanto más miraba y más quería oír, menos hallaba lo que iba buscando. Había allí verdadera fiebre habladora; pero ¿quién de los que hablaban valía el trabajo de ser oído diez minutos con paciencia?

Su vida se fundía en un chorreo de azúcar líquido... Y todavía adivinaba Ferragut las desobediencias de los dos viejos á las disciplinas del régimen, sus ocultamientos infantiles, sus astucias para gustar á solas las frutas y los jarabes, encanto de su existencia. Fué corta la entrevista. El capitán debía volver al Grao, donde le esperaba su trasatlántico, pronto á zarpar para la América del Sur.

Le atrajeron desde el primer momento los callejones de los barrios turcos; sus casas blancas; sus balcones salientes cubiertos de celosías, que son como jaulas pintadas de rojo; las mezquitas, con patios de cipreses y fontanas de melancólico chorreo; las tumbas de los santones en kioscos que cortan las calles bajo el reflejo mortecino de una lámpara; las mujeres veladas por sus negros firadjes; los viejos que transcurren silenciosos y pensativos bajo su gorro de escarlata, siguiendo los bamboleos del asno en que van montados.

Verse ante las hediondeces de la carne abierta, contemplar el chorreo de la sangre, resultaba horroroso para ella, que había experimentado siempre una repugnancia invencible ante las bajas necesidades de la vida ordinaria. Pero sus vacilaciones eran cortas: una energía varonil la animaba de pronto.

La fuerza había estado igualada hasta entonces entre ambos contendientes; pero ahora Alemania traía nuevas divisiones, las del frente oriental, para dar el golpe decisivo. Faltaba de este lado otro peso equivalente ó mayor, el chorreo final que llena el vaso, lo desborda é inclina la balanza.

Al aproximarse á él en una de las evoluciones de su juego mortal, se dió cuenta de que estaban cubiertos de sangre. Sobre sus troncos se extendían unas casacas de púrpura partidas en harapos que temblaban con incesante chorreo. Sus brazos surgían blancos de esta vestidura caliente y húmeda. El príncipe llevaba la peor parte.

La fachada era de agramillado y berroqueña del Guadarrama: tenía zócalo de granito con respiraderos de sótano, planta baja con descomunales rejas dadas de negro, principal de anchos huecos con fuertes jambas, recios dinteles y guarda polvos casi monumentales: sobre el balcón del centro, que caía encima del zaguán, ostentaba un enorme escudo nobiliario, ilustre jeroglífico compuesto por cabezas de moros, perros, cadenas, bandas y calderos; todo ello dominado por un soberbio casco de piedra caliza que el tiempo iba enrojeciendo con el chorreo de las lluvias mezclado a la herrumbre del balconaje.

Le faltaban a la pobre aquellos estampidos de la borrasca en la boca de la chimenea, que arrojaban sobre los recogidos llares costras de hollín tan grandes como la palma de la mano; aquel redoblar de los granizos en las puertas y en las ventanas de la casona; aquel chorreo incesante de los goteriales del tejado, y aquel fluir de los aguaceros por patios y corraladas, en regatos espumosos que se despeñaban después por los declives de afuera buscando el río que ya no cabía en su cauce.

Recordaba que su frente había buscado con mortal pereza un apoyo en el hombro de Pep; que las fuerzas le iban abandonando, como si la vida se escapase con el chorreo caliente y viscoso que cosquilleaba a lo largo de su pecho y su espalda. Recordaba también que tras sus pasos sonaban gemidos sordos, palabras entrecortadas implorando el auxilio de todos los poderes celestiales.

A los lados de este canal surgían inmóviles los barcos del dragado, como negras ballenas dormidas a flor de agua. Veíase el rosario oblicuo de sus enormes tanques entrando en el agua y saliendo con un chorreo de fango removido. El trasatlántico avanzaba lentamente, como si su quilla mordiese en el fondo ocultos obstáculos. Estremecíase al remover un légamo secular, venciendo ocultas resistencias.