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Pasaban los camareros sosteniendo con ambas manos vasijas de metal, de cuyas bocas surgían golletes de botellas entre pedazos de hielo. Sonaban incesantemente los estampidos del vino espumoso. Muchos se creían en una posición equívoca si no acompañaban su comida con champaña en esta noche de fiesta.

Estaban en la catedral celebrándose los divinos oficios, con un inmenso concurso de fieles: acababa el sermon, y empezaron de repente sordos estampidos, el crujir de los retablos y de las bóvedas, el repetido vibrar de las paredes y columnas, el golpear de los sillares que caían desprendidos de la torre y el de los remites que se desgajaban del crucero.

«Esto no se puede sufrir dijo Doña Francisca . Por último, llevarán a los paisanos, y si se les antoja, también a las mujeres... Señor prosiguió mirando al Cielo con ademán de pitonisa , no creo ofenderte si digo que maldito sea el que inventó los barcos, maldito el mar en que navegan, y más maldito el que hizo el primer cañón para dar esos estampidos que la vuelven a una loca, y para matar a tantos pobrecitos que no han hecho ningún daño».

En cambio, Mari Pepa, a quien me costó mucho trabajo convencer de que mi marcha no era «la del humo», como ella la había calificado de pronto, habló y jaraneó y se despidió por todos los de su casa, incluso el octogenario, que no había dicho diez palabras, y ésas monosílabas y como otros tantos estampidos.

Morsamor y los suyos creyeron oír frecuentes estampidos como de disparos de bombardas, y hasta imaginaron columbrar el resplandor siniestro que a los estampidos precedía. Sin temor, no obstante, aunque con extraordinarias precauciones, se fueron acercando hacia donde sonaban los disparos.

El insecto intentaba aproximarse á la torre Eiffel, y de la base de ésta surgían estampidos, al mismo tiempo que sus diversas plataformas escupían el rasgueo feroz de las ametralladoras. Al virar sobre la ciudad sonaban descargas de fusilería en los tejados y en el fondo de las calles.

Acababa de disparar una de las piezas de enorme calibre, oculta en el ramaje junto á ellos. Los capitanes dieron una explicación sin detener el paso. Tenían que seguir por delante de los cañones, sufriendo la violenta sonoridad de sus estampidos, para no aventurarse en el espacio descubierto donde estaba el torreón del vigía.

Un amanecer, Jaime, que había traído su escopeta, disparó dos tiros contra un grupo de cabras que estaban a gran distancia, seguro de no tocarlas, por el placer de verlas saltar en su huida. Los estampidos, agrandados por el eco del canal, poblaron el espacio de chillidos y aleteos. Eran centenares de gaviotas viejas y enormes que abandonaban sus guaridas espantadas por el estruendo.

Le faltaban a la pobre aquellos estampidos de la borrasca en la boca de la chimenea, que arrojaban sobre los recogidos llares costras de hollín tan grandes como la palma de la mano; aquel redoblar de los granizos en las puertas y en las ventanas de la casona; aquel chorreo incesante de los goteriales del tejado, y aquel fluir de los aguaceros por patios y corraladas, en regatos espumosos que se despeñaban después por los declives de afuera buscando el río que ya no cabía en su cauce.

La tempestad seguía rugiendo: Höel y Corentino gemían aterrados, y Dinorah, la pobre loca, desencajada, con el cabello flotante y el rostro iluminado por la luz de los relámpagos, desafiaba la furia de los elementos, dominando con su voz pura y vibrante los roncos estampidos del trueno y los estridentes alaridos del viento, que encubrieron también estas breves palabras deslizadas por Butrón al oído de Currita: Llegó la hora... ¡Concha está con nosotros!...