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Bien los conozco por el color de las etiquetas... ¡Cómo me entretiene este trabajito! Aquí me estaría todo el santo día... MÁXIMO. No mando todavía: suplico. ELECTRA. ¡Oh, ...! MÁXIMO. Ayer aprendiste a pesar en la balanza de precisión. , ... dame, déjame. MÁXIMO. Aluminio. Se parece a ti. Pesa poco... ELECTRA. ¿Que peso poco? MÁXIMO. Pero es muy tenaz.

El juego, antes frío y mal sostenido por personas sin entusiasmo, se animó con la presencia de Amaranta, que fue a poner su dinero en la balanza de la suerte. Para que todo marchase a pedir de boca, llegó en aquel crítico punto lord Gray, de quien dije había desaparecido al comienzo de la tertulia.

10 Y escribí la carta, y la sellé, e hice atestiguar a testigos, y pesé el dinero con balanza. 12 Y di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito en la carta de venta, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la guarda. 13 Y di orden a Baruc delante de ellos, diciendo:

Sólo consintió el gavilán en perdonar a la paloma la vida, si el rey le daba de su propia carne cantidad igual en peso al peso de la paloma. Aceptó el rey el convenio y empezó a cortar pedazos de su carne y a ponerlos en una balanza, en uno de cuyos platillos estaba ya la paloma. Pero por más que el rey se despedazaba, nunca igualaba el peso del ave.

La historia del Canton de Berna se confunde en sus rasgos mas notables con la de toda la Confederacion, en cuya balanza ha tenido siempre un peso muy considerable la política bernesa. En lo demas tiene analogía muy estrecha con la historia de Friburgo. El orígen de la república de Berna, como de casi todos los cantones, fué bien humilde.

-No entiendo eso -replico Sancho-; sólo entiendo que, en tanto que duermo, ni tengo temor, ni esperanza, ni trabajo ni gloria; y bien haya el que inventó el sueño, capa que cubre todos los humanos pensamientos, manjar que quita la hambre, agua que ahuyenta la sed, fuego que calienta el frío, frío que templa el ardor, y, finalmente, moneda general con que todas las cosas se compran, balanza y peso que iguala al pastor con el rey y al simple con el discreto.

674 No el tiempo que corrió en aquella sepoltura; si de ajuera no lo apuran, el asunto va con pausa; tienen la presa sigura y dejan dormir la causa. 675 Inora el preso a que lado se inclinará la balanza, pero es tanta la tardanza que yo les digo por : el hombre que dentre allí deje ajuera la esperanza.

Y el señor Desmaroy mira, toma a peso, aprecia y estima. Ni una sola vez habla del valor artístico del objeto designado... No... vale tanto o cuánto. Su admiración no empieza hasta los 100 pesos; hasta esa cifra hace un gesto desdeñoso. Es halagüeño para ... Si soy pesada en la misma balanza, qué ideal...

El despotismo y la arbitrariedad eran en aquella época el alma de toda la política europea, y en tal supuesto es fácil de comprender que la balanza del mal se inclinara decididamente á la parte de España.

Los muros hasta la altura de un hombre, estaban ennegrecidos por el mismo roce indolente que adelgaza los pilares de las mezquitas. El converso, con sus velludas piernas cruzadas sobre el mostrador, llamaba a los compradores golpeando con fuerza el platillo de su balanza de cobre.