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La Avenida de Diana debía su nombre a una antigua estatua, cuyo zócalo era lo único que quedaba en pie. Lugar tan retirado y misterioso, era a propósito para paseos y coloquios de enamorados. Pero, sin embargo, fue una grande imprudencia la de Juana, la de elegirlo para su despedida del oficial de cazadores.

El estómago estragado por la incalculable cantidad de vasos de agua con azucarillo apurados en la cantina del Congreso; callos en los pies por los interminables plantones en el pasillo central, rompiendo distraídamente con la contera del bastón el barniz de los azulejos del zócalo; una cantidad incalculable de pesetas gastadas en coches de punto por culpa de los entusiastas del distrito que le hacían ir todas las mañanas de ministerio en ministerio pidiendo la luna, para contentarse al fin con algunos granos de arena.

Encima de las cajas a medio abrir; sobre la meseta de mármol de la chimenea, construida frente a la puerta; en el zócalo de la artística embocadura con que se había sustituido el tabique divisorio de la alcoba, y arrimadas a los ángulos de la habitación, había piezas desarrolladas de rico papel imitando tapicería, y relucían adornos de metal y baquetones dorados... ¡María Santísima, las exclamaciones que hizo Mari Pepa al verlo, pensando que aquello valía una riqueza, sin contar lo mucho que le gustaba!

Termina el arrabá ó recuadro por la parte inferior en una ancha faja, que corre á ambos lados sobre un alto zócalo de menudo y vistoso alicatado, y entre sus complicados adornos de relieve se forman círculos que ocupan las armas de Castilla y Leon.

Gabriel se había sentado en el zócalo de una pilastra, entre dos columnas, pero a los pocos instantes tuvo que ponerse de pie. La humedad de la piedra, el frío de tumba que circulaba por toda la catedral, le penetraba hasta los huesos. Anduvo por las naves, llamando la atención de las devotas, que interrumpían sus rezos al verle.

Nueve siglos de existencia tiene ya, sin embargo, esta especie de creacion poética, que mas que una construccion de piedras, mármoles y mosáicos, columnas, arcos, impostas, zócalo y cúpula, se creeria una morada encantada, aérea é impalpable, labrada por las fadas del Oriente; y no hay el menor indicio de que tan maravillosa fábrica no pueda durar aun otros nueve siglos en igual estado.

Vió heridos que empezaban á recobrar su fuerza vital y sólo eran esbozos de hombres, espantosas caricaturas, andrajos humanos salvados de la tumba por las audacias de la ciencia: troncos con cabeza que se arrastraban por el suelo sobre un zócalo de ruedas, cráneos incompletos cuyo cerebro latía bajo una cubierta artificial, seres sin brazos y sin piernas que descansaban en el fondo de un carretoncillo como bocetos escultóricos ó piezas de disección, caras sin nariz que mostraban, lo mismo que las calaveras, la negra cavidad de sus fosas nasales.

Gabriel sintió que le tiraban de la chaqueta, y al volverse vio a la jardinera. Ven, sobrino. Ya la tenemos ahí. Te espera en el claustro. Al salir, la señora Tomasa le mostró una mujer adosada al zócalo de piedra del jardín, encogida, envuelta en un mantón raído, con el pañuelo de la cabeza echado sobre los ojos. Gabriel no la hubiese conocido nunca.

En un espacio grande como cuatro continentes, los pólipos, fortalecidos por el agua tibia, levantaban millares de atolones, islas anilladas, bancos y arrecifes, pilares submarinos, terror de la navegación, que, al ligarse entre con un trabajo milenario, iban á crear una nueva tierra, un continente de recambio, por si la especie humana perdía en un cataclismo su zócalo actual.

Estaban en una sala de paredes enjalbegadas de un blanco de hueso, con zócalo de ladrillos blancos también. La pieza aparecía dividida por un muro hasta el límite del zócalo, con grandes espacios abiertos entre las pilastras que sostenían el techo. Isidro vio muchas camas de hierro con cubiertas de percal floreado, y junto a ellas mesillas con redomas y escupideras.