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Las mujeres vociferaban en torno del féretro, iracundas, llorosas, como si el rudo sol del verano mordiese con agresiva demencia sus cabezas despeinadas. ¡Ladrones! ¡ladrones! ¡A Madrid! ¡A arrastrar a los asesinos!... Otras señalaban el féretro con trágicos ademanes de plañidera.

La vieja prorrumpió en lamentos. ¡Lo que ella había dicho! ¡La sangre corrompía; el maldito susto que no había querido salir y ahora, con la muerte, se le esparcía por todo el cuerpo! Y se abalanzaba sobre la agonizante, besándola con una avidez loca, como si la mordiese para volverla a la vida. ¡Se ha muerto, don Fernando! ¿No le ve su mersé? Se ha muerto... Salvatierra hizo callar a la vieja.

Yo fui por el vino, con el cual no tardé en despachar la longaniza, y cuando vine hallé al pecador del ciego que tenía entre dos rebanadas apretado el nabo, al cual aún no había conocido por no lo haber tentado con la mano. Como tomase las rebanadas y mordiese en ellas pensando también llevar parte de la longaniza, hallóse en frío con el frío nabo. Alteróse y dijo: "¿Qué es esto, Lazarillo?"

A los lados de este canal surgían inmóviles los barcos del dragado, como negras ballenas dormidas a flor de agua. Veíase el rosario oblicuo de sus enormes tanques entrando en el agua y saliendo con un chorreo de fango removido. El trasatlántico avanzaba lentamente, como si su quilla mordiese en el fondo ocultos obstáculos. Estremecíase al remover un légamo secular, venciendo ocultas resistencias.

Luego, su boca fría, violácea y duramente crispada hacia adentro, como si mordiese ya la acre ceniza de todas las glorias del mundo, dejó escapar, moviendo levemente los labios, una voz apenas perceptible: Si fueseis tan leal vasallo como el Conde asegura dijo bien pudisteis prevenirnos de la aleve traición que se tramaba a vuestra vista.

Ya que tenía dinero, mejor que guardarlo en el fondo del arca era emplearlo como cebo, para que la suerte mordiese en él. Y repitió varias veces esta frase oída a su principal. Pero... añadió con marcada indecisión no hasta qué punto convendrá a ustedes exponer un dinero que tanto les cuesta. Don Ramón es infalible, pero ¿quién sabe lo que reserva la suerte...? ¿Quieren ustedes creerme?

Como tomase las rebanadas y mordiese en ellas, pensando también llevar parte de la longaniza, hallóse en frío con el frío nabo. Alteróse y dijo: "¿Qué es esto, Lazarillo?" "¡Lacerado de !, dije yo. ¿Si queréis a echar algo? ¿Yo no vengo de traer el vino? Alguno estaba ahí y por burlar haría esto." "No, no, dijo él, que yo no he dejado el asador de la mano, no es posible."