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Honda, con sus escombros sublimes, quebrantados sepulcros de una antigua opulencia, sus saltadores y ruidosos rios, espumantes como cataratas, sus altas palmeras entretejidas en flotantes pabellones, sus siempre verdes y suntuosas arboledas que bañan en las ondas la crespa y abundante melena, sus cerros escarpados y en anfiteatros, de eterna soledad, y sus llanuras de esmeralda cuyas altas gramíneas sacuden en el estío los recios huracanes; Honda, la reina destronada, sombra de su lejano esplendor; se presentaba á mis ojos con su manto azul y sus ruinas cubiertas de parásitas, mas triste y mas hermosa que nunca.

Así hablaba Quino de Entralgo, mozo de miembros recios y bien proporcionados, morena la tez, azules los ojos, castaños los cabellos, el conjunto de su fisonomía agraciada y con expresión de astucia.

La cabeza pequeña y bien formada, de espeso cabello negro muy recortado, descansaba sobre un robusto cuello, blanco, de recios músculos, un cuello de atleta, proporcionado al tronco y extremidades del fornido canónigo, que hubiera sido en su aldea el mejor jugador de bolos, el mozo de más partido; y a lucir entallada levita, el más apuesto azotacalles de Vetusta.

Pense yo que no tenia Amor poder entre esclavos; Mas en sus recios clavos Muestra mas su gallardìa. Qué buscas en la miseria, Amor, de gente cautiva? Dexala que muera ó viva Con su pobreza y laceria. No ves que el hilo se corta De esa tu amorosa estambre Aqui con sed y con hambre A la larga ó á la corta?

Cuando es plenilunio, entro en el boscaje, de ensueños poblada la imaginación, y bajo la sombra del tibio follaje me siento muy niño, más cerca de Dios. Es la confidente de mis hondas cuitas la luna que argenta mi amado jardín, y me habla de aquellas prestigiosas citas que tuve con ella en un mes de Abril. Los recios flabelos de los cocoteros meciendo mi sueño, cantan sin cesar.

Además, todos los lunes, que es el día que corresponde a la Oración en el Huerto, sudaba a imitación de Nuestro Señor, tanta sangre de toda su piel, que era preciso mudarla dos o tres túnicas al día. Al hablar de aquellas cosas, las voces temblaban de modo extraño y los semblantes más recios se ablandaban y palidecían como oreados por un soplo divinal.

Acercose a la cama y vio con asombro sus trajes de abrigo, sus chalecos de franela muy bien cepillados, muy bien doblados y perfectamente empaquetados; allí estaba asimismo el paquete de Luisa con sus vestidos, sus faldas y sus recios zapatos cuidadosamente ordenados.

Tantos y tan recios fueron los golpes, que la criatura, tratando de huir aquel martirio, se agarró con las manos crispadas a las sayas de su verdugo. Sin saber cómo, tal vez por haberse colgado inconscientemente a ellas, la cinta que las sujetaba se rompió y vinieron al suelo, dejando a la costurera solamente con la camisa. Dio un grito de vergüenza y se apresuró a levantarlas.

Los recios muros, que parecían inexpugnables, estaban convertidos en escombros, el hielo proverbial se había fundido. »El conquistado paladín, al verme dueña y señora de su última trinchera, reclamó el derecho de tomar el desquite en la que me restaba de las mías, y reconocísele yo de buena gana. Comenzó el asalto; pero no necesitó grandes esfuerzos, porque bien pronto me declaré rendida.

Seguíanla cincuenta arqueros escogidos, robustos y de elevada estatura, que llevaban el casco sencillo, la cota de armas y sobre ella el coleto blanco con el rojo león de San Jorge y calzaban recios borceguíes anudados á la pierna con luengas correa, todo lo cual constituía el equipo de los Arqueros Blancos.