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Tenía bastante correa, y además un ingenio vivo y sutil que recogía admirablemente el ridículo y sabía dar en rostro con él a sus contrarios. La mayor parte de las veces los que iban a «tomarle el pelo» salían muy bien trasquilados. Los años, la práctica, le habían adiestrado de tal modo en el pugilato de frases incisivas que realmente era temible. Tenía la intención de un miura.

Poco después bajó una dueña, á quien había llamado la atención el que el escudero hubiese bajado á abrir y no hubiese subido. El bufón la acometió por detrás, la hizo otra tragantona con la toca y la ató de igual modo que al escudero, valiéndose de la correa del hábito de la dueña.

El patadeon es desde luego muy cómodo, tanto que consiste en una faja de tela más ó menos ordinaria, que da las bastantes dimensiones de largo y ancho para que una mujer se con ella una vuelta, sujetándola á su cuerpo bien con una cuerda ó correa, ó bien, y esto es más general, haciéndola un nudo por cima de los pechos.

Después, coge a Juan por la mano para explicarle los mecanismos nuevos; le muestra la harina fina, molida por el tornillo sin fin, pasando por el tubo ascensor, donde pequeños depósitos que suben a lo largo de una correa circular la elevan a través de dos pisos, casi hasta el techo, para volcarla luego en los tubos de seda cilíndricos, porque es preciso que pase en polvo fino a través de esa estrecha trama antes que pueda servir.

En alturas semejantes, cada amigo de esos que se va, es un sillar que se arranca en los cimientos de la vida del que se queda; y don Pedro Nolasco no había tomado en serio hasta aquel día lo de la muerte de su amigo, a quien por su carácter y correa consideró siempre «incapaz» de morirse.

27 éste es el que ha de venir tras , el cual es antes de ; del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato. 28 Estas cosas acontecieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. 29 El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Los tractores automóviles y las trilladoras parecían tomar en la obscuridad creciente los mismos contornos de los seres gigantescos que habían corrido por estas llanuras en los tiempos prehistóricos. ¡Ay, hijos míos! dijo el tío Correa quejándose de un persistente dolor en sus articulaciones . ¡Lo que ha de trabajar y sufrir un hombre para ganarse el pan de cada día!...

7 Pérdida y restauración de la bahía de todos los santos, de D. Juan Antonio Correa. 8 El casamiento con celos y el rey Don Pedro de Aragón, de Bartolomé de Enciso. 9 Mateo Vizconde, de Juan de Ayala. 10 El más dichoso prodigio, de un ingenio de esta corte. 11 El fénix de Alemania: vida y muerte de Santa Cristina, de Juan de Matos.

San Sebastian, que es isla allí cercano, Tomar por rehacerse ha procurado: No está lejos de allí un Lusitano, Salvador de Correa, muy honrado, En nombre de Filipo en el Genéro: Y oidme lo que hizo el caballero. Tan bien lo hizo el hijo, que llegando estaba el enemigo descuidado, En un punto le cerca, escopetando De suerte, que á gran priesa se ha embarcado.

Su naturaleza tosca, y los resabios adquiridos en los tratos y contratos en que había pasado lo mejor de la vida, le hacían incompatible con los hábitos aparatosos y refinadamente vanos y teatrales de sus hijos; y como, además, era hombre sin retóricas, desengañado y de muy poca correa, el menor reparo a sus crudos alegatos le quitaba las ganas de exponer el segundo.