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No lloró Juanita, porque tenía muy hondas las lágrimas y rara vez lloraba; pero con acento conmovedor y apasionado les rogó que se callasen sobre lo ocurrido, prometiéndoles que en el término de seis meses ella les daría los ocho mil reales que el forastero se había llevado. Contaba para esto con la voluntad de su madre, de la cual estaba cierta de disponer como de su propia voluntad.

Plantado, por decirlo así, con hondas raíces el árbol de mi familia por esos dos hombres serios y enérgicos en la infancia de la ciudad de Salem, ha subsistido ahí desde entonces; siempre digno de respeto; nunca, que yo sepa, deshonrado por ninguna acción indigna de alguno de sus miembros; pero, rara vez, ó nunca, habiendo tampoco realizado, después de las dos primeras generaciones, hecho alguno notable ó que por lo menos mereciere la atención del público.

Por último, me ha leído mi padre cosas sutiles y un poco hondas para ser penetradas de pronto; pero que suspenden y enamoran cuando se medita en ellas. Es lectura que a él no le agrada, por no comprenderla, y que a me ha cansado también unas veces, deleitándome otras. Pero no hay duda que cuando se da con un autor que sepa hablar con claridad, esas materias son preciosas.

Verde-obscuras y hondas como la mar, eran las pupilas de sus ojos; su brillo como el del sol; y la sonrisa de su fresca boca, como presentimiento del Paraíso. Según el rito, la novia debía acabar de adornarse en el pandal, en presencia de todos, y las cuatro matronas casadas procedieron a hacerlo. De diamantes y perlas eran las joyas con que la adornaron.

La va trabajando el hábito, se olvida de misma, se resigna inconscientemente a la trivial realidad que el destino le depara. Sus necesidades espirituales son tan hondas como su incapacidad para resistir el ambiente que la rodea. Pesa sobre ella el fatalismo ancestral.

El gusto reinante de la época, que antes condenara, había echado tan hondas raíces en el teatro, que, convencido acaso de la inutilidad de sus esfuerzos precedentes, hubo de renunciar á ellos. Si sus diatribas críticas habían sido impotentes para lograr lo que deseaba, ¿cómo podía esperar en la escena un triunfo decisivo?

La profetisa Manto le indica el modo de dar con ella: le dice por qué sendas debe bajar al reino sombrío de Plutón, en las más hondas raíces del Olimpo, adonde ya bajó y de donde nunca volvió Orfeo; Fausto con no menos brío que Orfeo, y con mejor fortuna, desciende al Orco en busca de su amada. ACTO III. Aquí se advierte más aún el defecto de la realidad; lo frío de la alegoría.

Cuando comenzó Calderón á escribir para el teatro, no encontró, como Lope de Vega al principio de su carrera, confusos ó informes materiales de más ó menos valor, ni un caos de elementos dramáticos desordenados, que esperaban la obra de su imaginación, creadora y reguladora, para trazarles su fondo y su forma poética, sino que, al contrario, se le presentó un campo bien cultivado en todas las direcciones posibles, y además una poesía dramática con hondas raíces en los teatros españoles, lozana y esplendente, resultado de los esfuerzos reunidos de muchos talentos distinguidos; y no sólo, en su forma y carácter general, se presentaba el drama claro y concreto, sino que, en particular, eran bien conocidos los límites que separaban á las diversas especies de obras dramáticas, con arreglo á la predilección particular que manifestaba hacia ellas la afición de los españoles.

Pero mucho mas tirano se mostró, viendo dentro del convento á D. José Isasa, que por huir de la persecucion, habia saltado por las tapias del corral, al que tambien hizo salir en medio del dia, exponiéndole con barbaridad á que fuese recibido entre los garrotes, lanzas y hondas de sus enemigos.

Algo claudicaba del lado derecho, reparándole bien, y se le torcía la boca al sonreírse, y un tanto desmemoriado se encontraba en lo tocante a fechas y nombres propios; pero este levísimo rastro de su pasado accidente se borraría muy pronto, como se habían ido borrando otras huellas, harto más hondas, del propio mal.