United States or Tanzania ? Vote for the TOP Country of the Week !


Desde largo tiempo había dejado de ver la torre d'Elven, cuya posición ni aun podía conjeturar, cuando se apareció repentinamente entre el follaje, levantándose á dos pasos de nosotros, con la prontitud de una aparición.

Caminaba muy lentamente y echaba, de cuando en cuando, una mirada a través del follaje, para ver si el intendente no había llegado a la vuelta del camino. Así que lo vió desaparecer tras el ángulo del bosque, se volvió hacia el camino y se dirigió a pasos precipitados al castillo. Estaba asustada y triste; el corazón le latía con violencia. ¡Qué imprudencia había cometido!

¡Hum!... ¡Pegarme! rezongaba yo, aún bajo la hojarasca. Levantándome entonces con cautela, sentéme en cuclillas en mi cubil y recogí la famosa pipa bien guardada entre el follaje. Aquel era el momento de dedicar toda mi seriedad a agotar la pipa.

Observé, no obstante... ya saben ustedes que soy observador; es la única cualidad que tengo; la observación, a la cual no dan importancia los autores ahora; hoy todo es hojarasca en los dramas, muchos rayos de luna, que se quiebran al pasar por el follaje de los árboles, mucha descripción de alboradas y crepúsculos, muchos símiles retorcidos... ¡Todo eso es!... Cuando algún autorcillo me viene con tales monadas yo le digo: ¡al grano, al grano!... El grano es el drama, que no existe en la mayor parte de los idem...

Muy atento a los ladridos y a los disparos, hacíame señas cuando se aproximaban y nos íbamos un poco más lejos, fuera de la pista de los perros, y muy ocultos entre el follaje. Sin embargo, una vez mi sobresalto fue tremendo, porque nos consideramos ya perdidos. La calle de árboles que teníamos que cruzar estaba guardada a cada extremo por un cazador que atisbaba.

Aunque era invierno, se me figuraba que los árboles todos del jardín se cubrían de follaje, y que el emparrado que daba sombra a la puerta se llenaba inopinadamente de pámpanos para guarecerles cuando salieran de paseo. El sol era muy fuerte y el aire se entibiaba, oreando aquel nido cuyas primeras pajas había ayudado a reunir yo mismo cuando fui mensajero de sus amores.

Tendría cerca de sesenta años, la cara curtida, la expresión simpática, la nariz roja, que brillaba entre la barba, inculta, como una rosa entre el follaje. Hablamos largo rato, y yo quedé verdaderamente asombrado. Era un hombre de una fe tan absurda en mismo y en sus fuerzas, que se sentía capaz de emprenderlo todo.

Orad, Catalina, para que mi valor sea más fuerte que mi desprecio, que mi indignación. Gracias, gracias; hice mal en dudar de vuestra fuerza de voluntad. ¡Chito! No habléis más, oigo un ruido tras de las plantas interrumpió Marta. Se pusieron a escuchar en silencio; era el jardinero que pasaba por el sendero cargado con un haz de largas ramas que rozaban con el follaje.

Algo delante elévase una colosal estatua, una Bavaria de noventa y dos pies de altura, erguida sobre el último rellano de una de esas grandes escalinatas tan melancólicas que ascienden al descubierto entre el verde follaje de los jardines públicos.

Entre el follaje obscuro, brillante, barnizado, las frutas tenían el lustre de vasos de color, y doraban el aire que las circundaba con esa aureola de esplendor que rodea a las flores de tonos vivos.