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me engañas, me engañas replicó la joven en actitud de Dolorosa . me quieres matar, y en vez de pegarme un tiro, me vienes con esta historia. Si lo tomas como golpe de muerte, tómalo manifestó Rubín con implacable frialdad. Pero no puede ser. Este hombre está loco y no sabe lo que se dice. Bueno, defiéndete con eso. Pero caerás, te convencerás. No tienes escape. La verdad se impone.

El cura me miró con aire espantado. Es inútil, es inútil, basta con que me lo digas, te creo exclamó precipitadamente, con el rostro carmesí y bajando púdicamente los ojos hacia las puntas de sus zapatos. ¡Pegarme el día de mi santo, el día en que cumplía diez y seis años! y continué yo abrochando mi bata. ¿Sabéis que la detesto?

Veremos si les saco algo'. Hija, me llenaron de injurias, y una de ellas se fue hacia dentro y volvió con una escoba para pegarme. ¿Qué creen ustedes que hice? ¿Acobardarme? Quia. Me metí más adentro y les dije cuatro frescas... pero bien dichas... ¡bonito genio tengo yo...! ¡Pues creerán ustedes que les saqué dinero!

Pero, señor, si aquí todos estamos locos o poco menos; la pasión del juego de Bolsa se ha desarrollado en forma tan alarmante, que hasta mi señora, Belarmina, una excelente mujer que no ha hecho otra cosa en su vida que espumar el cocido y pegarme los botones, ha echado también su cuarto a espadas, y hoy mi cocinera me ha preguntado, con mucho interés, si las cédulas tales subían o bajaban.

Y mentalmente pensaba: ¡No sospecha que es de ese pasado de lo que vivo! ¡Ah! si pudiera tenerla así a mi lado, libre todavía! Para aturdirse, buscó algún recuerdo que evocar: ¿Y aquel gran látigo que usted se había procurado para pegarme mejor cuando jugábamos a los caballos? Usted decía que pegando fuerte tenía aire de verdadero cochero. ¡Oh!

Dile que yo le querré siempre como un buen amigo, pero que no me importune más, pues su testarudez la pago yo. A no me incomoda, pero mamá se pone furiosa al verle; cree que yo aliento esa constancia, que nos entendemos sin que ella lo sepa, y la otra tarde, al volver de paseo, me dio un par de bofetones. Ya ves, Juanito... pegarme a ... y por culpa de ese mico.

Abuela, para ahorrar palabras dijo con gravedad : voy a pegarme un tiro, y antes he querido verla, despedirme de usted para siempre. La vieja se persignó. ¡Alabado sea el Señor! ¿Pero se había vuelto loco? ¿Qué le pasaba, para decir tales disparates?... Con ojos de asombro escuchó al nieto, que relataba sus miserias.

Una noche yama en casa la pareja de los siviles y se me yeva fuera del pueblo, a las eras. Habían disparao unos tiros en la puerta de un rico, y aqueyos güenos señores empeñaos en que era yo... Negué y me pegaron con los fusiles. Gorví a negar y gorvieron a pegarme.

El Delfín no tenía paciencia para soportar las molestias de un simple catarro, y se desesperaba cuando le venía uno de esos rosarios de estornudos que no se acaban nunca. Empeñábase en despejar su cabeza de la pesada fluxión sonándose con estrépito y cólera. «Ten paciencia, hijo le decía su madre . Si fuera una enfermedad grave, ¿qué harías?». Pues pegarme un tiro, mamá. Yo no puedo aguantar esto.

¡Hum!... ¡Pegarme! rezongaba yo, aún bajo la hojarasca. Levantándome entonces con cautela, sentéme en cuclillas en mi cubil y recogí la famosa pipa bien guardada entre el follaje. Aquel era el momento de dedicar toda mi seriedad a agotar la pipa.