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5 No levantéis en alto vuestro cuerno; no habléis con soberbia. 7 Porque Dios es el juez; a éste abate, y a aquel ensalza. 8 Que la copa está en la mano del SE

¡Os equivocáis! exclamó con precipitación el padre Aliaga , yo no puedo tener celos de nadie; yo estoy retirado del mundo, muerto para el mundo. ¡Bah! allá lo veremos. Os he preguntado de quién está enamorada esa comedianta. ¿No lo adivináis por lo que os he dicho? No ciertamente. Llegará un día en que me habléis con lisura: la Dorotea está enamorada con locura...

No habléis mal de mi cabeza, señor cura; la quiero mucho, sobre todo, desde que el señor de Couprat la ha hallado tan bonita. El señor de Couprat se ha reído de ti, Reina. Está segura que te ha tomado por una chiquilina sin importancia. Nada de eso repliqué ofendida, nada de eso, puesto que me ha besado la mano. ¿Y sabéis qué se me ocurrió en ese momento?

Encontraron al Mosco sentado en un pedrusco cercano a la venta. Quedaos por ahí dijo en voz baja . Entrad a tomar una copa, y no me habléis hasta que os llame. Los dos amigos se sentaron bajo un emparrado, a la puerta de la venta. Era una cabaña de techo bajo, ahumada por dentro, sin otros respiraderos que la puerta y dos ventanucos.

¿Por qué? dijo Juana , yo no tengo la pretensión de reformar el mundo... lo único que os pido es que no me habléis nunca de vuestros amores ni de los míos. Sobre todo lo demás, nos entenderemos perfectamente... Nuestra amistad será para un gran recurso, y creo que la mía podrá seros útil. La señora de Hermany la estrechó apasionadamente contra su pecho, y besándola: Gracias le dijo.

Jamás lo pronunciéis en mi presencia. ¡Si queréis que viva largos años, no me habléis jamás de Romagné! La señorita Victorina Tompain no fue, por cierto, la última en cumplimentar al héroe. Ayvaz-Bey la había abandonado indignamente, dejándole cuatro veces más dinero del que valía ella. El magnánimo L'Ambert hubo de mostrarse con ella dulce y clemente.

Vuestro marido puede acompañarme y conducirme... No temáis nada, Catalina; es el último sacrificio que os pido, y sea cual fuere el resultado definitivo de la lucha, os recompensaré y aseguraré vuestra suerte, hasta el fin de vuestros días... ¡Vos recompensarme! dijo Catalina con tristeza . No está bien que me habléis así. Mi mayor recompensa es vuestra felicidad.

, ; estoy seguro de ello exclamó con entusiasmo el joven ; aunque no conozco á su majestad; porque estoy segurísimo que la reina no es tan joven ni tan hermosa. ¡Oh! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿y no me amaréis? Ya os he dicho que no me habléis de amor. Vuestro amor sería una locura... es imposible. Porque vuestro corazón me rechaza...

3 Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días. 4 Y pasados los días de su luto, habló José a los de la casa del Faraón, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habléis en oídos del Faraón, diciendo:

A los pocos peldaños una dulce voz de mujer, aunque anhelante y conmovida, le dijo: ¡Ah! ¡gracias á Dios que habéis venido! Era la misma voz de la dama tapada á quien Montiño había acompañado aquella noche. La escalera estaba á obscuras. ¡Señora! dijo Montiño. ¡Silencio! replicó la dama ; no habléis, seguidme y andad paso. ¡Pero si no veo! ¡Ah! es verdad. Si no me guiáis...