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Alcuzcuz como sabroso, Corbeta de azucar bebo, Y el carden, que es dulce, bebo, Y el pilao, que es provechoso, Y en valde trabajaré De aplacarme con tu lloro; Mas si quieres ser moro, A fe que lo acertarás, Toma mis consejos sanos Y veraste mejorado; Y quedaos, porque es pecado Hablar tanto con cristianos. Vase con mucha gravedad, haciendo burla. Hay desventura igual en todo el suelo!

Noble es el abencerraje, Por tu hijo le has tenido; Que le perdones te pido, Pues es de honrado linaje. ZORAID. ¿Cómo te puedo negar Cosa que tan justa es? NARV. Besa, Abindarráez, sus pies. ABIND. Temblando habré de llegar. Llegad, Jarifa, también. ZORAID. Por mis hijos los recibo. Mas quedaos con el cautivo. NARV. Es de Jarifa. ZORAID. ¿De quién? NARV. A Jarifa se le di.

Nosotros íbamos a embarcarnos, pero el señor nos dijo: Vosotros quedaos ahí. El señor se puso al timón, el hombre izó la vela, y la lancha comenzó a marchar rápidamente hacia Frayburu. Una hora después volvían, trayendo a Zelayeta. El viejo nos preguntó nuestros nombres, y cuando yo le dije el mío se quedó mirándome fijamente.

Ella parecía extraordinariamente aburrida. ¿Estáis cansada, María? dijo aquel con la suavidad que sólo el amor puede dar a la voz humana. Estoy descansando respondió. ¿Queréis que me vaya? Si os acomoda... Al contrario, me disgustaría mucho. Pues entonces, quedaos.

En este sitio la larga calle de tilos que costeaba el muro, formaba un terrado. Levantando la cabeza, el abate vio a la señora de Lavardens con su hijo Pablo. ¿Dónde vais, señor cura? preguntó la Condesa. A Souvigny, al Tribunal, para saber... Quedaos con nosotros. M. de Larnac vendrá después de la venta a darnos cuenta del resultado. El abate Constantín subió al terrado.

Hermano, está bien dijo con desaliento . Puedes más que yo: cúmplase tu voluntad. Que se quede, ya que así lo quieres. ¡Pero que no la vea...! Quedaos: quien se va soy yo. La máquina de coser sonaba desde el alba hasta la noche en la casa de los Luna. Este ruido metálico y el martilleo del zapatero eran las únicas manifestaciones de trabajo que turbaban el sagrado silencio del claustro alto.

Mira, Susana, que haces tan bien el guiso de pollo, ¿quieres enseñarme a hacerlo? Eso no os incumbe, señorita; quedaos en vuestros departamentos y dejadme tranquila en mi cocina. No surtiendo ningún efecto mis medios de corrupción, enderecé el fuego hacia otro punto. ¿Sabes una cosa, Susana? ¿Sabes que debes haber sido muy linda en tu juventud?

Teletusa que tenía a Morsamor de la mano, le dijo entonces con voz dulce y sumisa: Quedaos aquí, señor Morsamor, que pronto vendrá quien os alegre y se alegre de veros. Y dicho esto, sin que hubiese vagar para contestación o pregunta, desaparecieron Teletusa y Tiburcio con ella, dejando a Morsamor solo.

Quedaos aquí, sin cometer faltas. El mejor día volverá este joven, y os examinará, y ya veremos, ya veremos cuáles son vuestros adelantos en la hermosa lengua latina. Don Román levantó la cabeza y agregó: , Pancho Martínez.... Un mozuelo trigueño, vivaracho, de simpático aspecto, salió al frente. Mientras el niño acudía al llamado de su maestro eché una ojeada por el salón.

Vamos dijo Quevedo, que entre tanto había corrido al socorro de doña Clara ; no es nada, un desmayo; un desmayo que nos viene á las mil maravillas; quedáos vos aquí, padre Aliaga, y esperadnos. ¿A dónde vais? A llevar á doña Clara á una de estas casas inmediatas. Ayudadme vos, Montiño. Dios quiera que pueda; apenas me tengo de pie. Os ayudaremos los dos y es más breve dijo el padre Aliaga.